129. Subraye las palabras adecuadas (el valor de saber escoger...)
Toda una excusa para repasar cuestiones básicas de morfosintaxis a partir de la elección libre, eso sí, respentando el final, y así se volvió tierra ¿se atreven?
28 comentarios:
Famara
dijo...
Una noche el joven que estaba enamorado sintió las primeras reminiscencias de la transfiguración. Imaginó la espita y con ella aplastó el remo, para luego con el codo omitirlos en el volcán, y así se volvió tierra.
Una noche el joven, que estaba confundido, sintió las primeras notas de la cosecha. Oyó la podadora y, con ella, erigió el roble, para luego con el dedo fecundarlo en el bosque, y así se volvió tierra.
Una mañana el joven que estaba enamorado sintió las primeras sacudidas precursoras trasformadoras de la vacación. Talló la piedra y con ellas bautizó el gato, para luego con el pie podarlos en el río viaje día pez brillo, y así se volvió tierra.
Una tarde, el niño que estaba moribundo sintió las primeras reminiscencias de la helada. Desnudó la máscara y con ella bautizó el roble, para luego fecundarlo en el arenal, y así se volvió tierra.
Una noche el anciano que estaba moribundo sintió las primeras sacudidas de la transfiguración. Volteó la jarra y con ellas roció el yunque, para luego con el pie podarlos en la cueva, y así se volvió tierra
Una noche el anciano que estaba moribundo sintió las primeras sacudidas de la helada. Volteó la reja y con ella creó el arco, para luego con el pie cribarlos en la jaula, y así se volvió tierra.
Una tarde, el joven que estaba enamorado sintió las primeras reminiscencias de la cosecha. Imaginó la espita y con ella bautizó el roble, para luego fecundarlo en el bosque, y así se volvió tierra.
Una tarde, el anciano que estaba enamorado sintió las primeras punzadas de la transfiguración. Pulió la piedra y con ella creó el caracol, para luego fecundarlo en el río, y así se volvió tierra.
Una noche el anciano que estaba enamorado sintió las primeras detonaciones multiplicadoras de la cosecha. Oyó la podadora y aplastó el caracol, para después con el dedo podarlo en la jaula, y así se volvió tierra.
“Una tarde el joven que estaba enamorado sintió las primeras reminiscencias de la cosecha. Imaginó la antena, la aguja y con ellas creó el reloj, para luego con el dedo podarlos en el bosque mundo, y así se volvió tierra”.
Una tarde, el niño que estaba confundido, sintió las primeras notas de la helada. Oyó la mirilla y con ella pulverizó el tiempo, para luego con el dedo omitirlos en el arenal, y así se volvió tierra.
Una noche el joven que estaba prófugo sintió las primeras punzadas de la helada. Recordó la ganzúa y con ella lijó el fusil, para luego con el pie cribarlos en el bosque, y así se volvió tierra.
Una mañana, el joven que estaba enamorado sintió las primeras punzadas de la helada. Recordó la aceitera y con ella unificó el cinturón, para después con el dedo podarlos en el bosque, y así se volvió tierra.
Una noche el joven que estaba moribundo sintió las primeras reminiscencias de la inundación. Desnudó la máscara y con ella consagró el labio, para nunca con el codo omitirlos en el volcán, y así se volvió tierra.
Una noche el joven que estaba moribundo sintió las primeras notas extinguidoras de la helada. Miró la mirilla y con ella unificó el arco, para luego con el dedo cribarlos en el bosque, y así se volvió tierra.
Una noche el joven que estaba enamorado sintió las primeras sacudidas extinguidoras de la helada. Imaginó la ganzúa y con ella atacó el tiempo, para siempre con el dedo cribarlos en la luna, y así se volvió tierra.
Una mañana el joven que estaba confundido sintió las primeras notas precursoras de la cosecha. Volteó la aceitera y con ella bautizó el vino, para luego con el dedo encresparlos en el coral, y así se volvió tierra.
Una tarde el anciano que estaba confundido sintió las sacudidas de la transfiguración. Imaginó la máscara y con ella creo el roble, para después con el dedo podarlo en el bosque, y así volvió la tierra.
Una noche el anciano que estaba moribundo sintió las detonaciones de la transfiguración, recordó la antena y la reja y con ellas unifico el tiempo para luego con el dedo fecundarlos en el viaje y así se volvió tierra.
Una noche el anciano que estaba moribundo sintió las primeras sacudidas extinguidoras de la helada. Desnudó la lezna y con ella bautizó el roble, para luego con el pie fecundarlo en el mundo, y así se volvió tierra.
Una noche el anciano que estaba moribundo sintió las primeras notas multiplicadoras de la helada. Fundió la mirilla y la esclusa y con ellas atacó el bote, para siempre con el pie omitirlos en la tumba, y así se volvió tierra.
Una noche el anciano que estaba enamorado sintió las primeras puzadas de la helada. Talló la piedra con ella consagró el tiempo para luego con el dedo fecundarlo en el río y así se volvió tierra.
Una tarde el joven que estaba enamorado sintió las primeras reminiscencias de la helada. Inventó la esclusa y la red y con ellas atacó el bote y el submarino, para siempre con el dedo omitirlos en el mundo, y así se volvió tierra.
Una noche el joven que estaba enamorado sintió las primeras punzadas multiplicadoras de la transfiguración. Imaginó la aguja y la red y con ellas creó el roble, para ahora con el dedo cribarlos en la luna, y así se volvió tierra.
Una mañana el joven que estaba confundido sintió las primeras punzadas trasformadoras de la helada. Recordó la piedra y con ella creó el yunque, para luego podarlos en el río, y así se volvió tierra.
Una mañana el joven que estaba confundido sintió las primeras punzadas trasformadoras de la helada. Recordó la piedra y con ella creó el yunque, para luego podarlos en el río, y así se volvió tierra.
Una noche el joven que estaba enamorado sintió las primeras punzadas creadoras de la acción. Imaginó la piedra y con ella aplastó el reloj, para después con el dedo omitirlos en el mundo, y así se volvió tierra.
28 comentarios:
Una noche el joven que estaba enamorado sintió las primeras reminiscencias de la transfiguración. Imaginó la espita y con ella aplastó el remo, para luego con el codo omitirlos en el volcán, y así se volvió tierra.
Una noche el joven, que estaba confundido, sintió las primeras notas de la cosecha. Oyó la podadora y, con ella, erigió el roble, para luego con el dedo fecundarlo en el bosque, y así se volvió tierra.
SUBRAYE LAS PALABRAS ADECUADAS
Luis Britto García
Una mañana el joven que estaba enamorado sintió las primeras sacudidas precursoras trasformadoras de la vacación. Talló la piedra y con ellas bautizó el gato, para luego con el pie podarlos en el río viaje día pez brillo, y así se volvió tierra.
Una tarde, el niño que estaba moribundo sintió las primeras reminiscencias de la helada. Desnudó la máscara y con ella bautizó el roble, para luego fecundarlo en el arenal, y así se volvió tierra.
Una noche el anciano que estaba moribundo sintió las primeras sacudidas de la transfiguración. Volteó la jarra y con ellas roció el yunque, para luego con el pie podarlos en la cueva, y así se volvió tierra
Una noche el anciano que estaba moribundo sintió las primeras sacudidas de la helada. Volteó la reja y con ella creó el arco, para luego con el pie cribarlos en la jaula, y así se volvió tierra.
Pedro
Una tarde, el joven que estaba enamorado sintió las primeras reminiscencias de la cosecha. Imaginó la espita y con ella bautizó el roble, para luego fecundarlo en el bosque, y así se volvió tierra.
Una tarde, el anciano que estaba enamorado sintió las primeras punzadas de la transfiguración. Pulió la piedra y con ella creó el caracol, para luego fecundarlo en el río, y así se volvió tierra.
Una noche el anciano que estaba enamorado sintió las primeras detonaciones multiplicadoras de la cosecha. Oyó la podadora y aplastó el caracol, para después con el dedo podarlo en la jaula, y así se volvió tierra.
“Una tarde el joven que estaba enamorado sintió las primeras reminiscencias de la cosecha. Imaginó la antena, la aguja y con ellas creó el reloj, para luego con el dedo podarlos en el bosque mundo, y así se volvió tierra”.
Una tarde, el niño que estaba confundido, sintió las primeras notas de la helada. Oyó la mirilla y con ella pulverizó el tiempo, para luego con el dedo omitirlos en el arenal, y así se volvió tierra.
Una noche el joven que estaba prófugo sintió las primeras punzadas de la helada. Recordó la ganzúa y con ella lijó el fusil, para luego con el pie cribarlos en el bosque, y así se volvió tierra.
Una mañana, el joven que estaba enamorado sintió las primeras punzadas de la helada. Recordó la aceitera y con ella unificó el cinturón, para después con el dedo podarlos en el bosque, y así se volvió tierra.
Una noche el joven que estaba moribundo sintió las primeras reminiscencias de la inundación. Desnudó la máscara y con ella consagró el labio, para nunca con el codo omitirlos en el volcán, y así se volvió tierra.
Una noche el joven que estaba moribundo sintió las primeras notas extinguidoras de la helada. Miró la mirilla y con ella unificó el arco, para luego con el dedo cribarlos en el bosque, y así se volvió tierra.
Una noche el joven que estaba enamorado sintió las primeras sacudidas extinguidoras de la helada. Imaginó la ganzúa y con ella atacó el tiempo, para siempre con el dedo cribarlos en la luna, y así se volvió tierra.
Una mañana el joven que estaba confundido sintió las primeras notas precursoras de la cosecha. Volteó la aceitera y con ella bautizó el vino, para luego con el dedo encresparlos en el coral, y así se volvió tierra.
Una tarde el anciano que estaba confundido sintió las sacudidas de la transfiguración. Imaginó la máscara y con ella creo el roble, para después con el dedo podarlo en el bosque, y así volvió la tierra.
Sara Lázaro:
Una noche el anciano que estaba moribundo sintió las detonaciones de la transfiguración, recordó la antena y la reja y con ellas unifico el tiempo para luego con el dedo fecundarlos en el viaje y así se volvió tierra.
Una noche el anciano que estaba moribundo sintió las primeras sacudidas extinguidoras de la helada. Desnudó la lezna y con ella bautizó el roble, para luego con el pie fecundarlo en el mundo, y así se volvió tierra.
Una noche el anciano que estaba moribundo sintió las primeras notas multiplicadoras de la helada. Fundió la mirilla y la esclusa y con ellas atacó el bote, para siempre con el pie omitirlos en la tumba, y así se volvió tierra.
Una noche el anciano que estaba enamorado sintió las primeras puzadas de la helada. Talló la piedra con ella consagró el tiempo para luego con el dedo fecundarlo en el río y así se volvió tierra.
Una tarde el joven que estaba enamorado sintió las primeras reminiscencias de la helada. Inventó la esclusa y la red y con ellas atacó el bote y el submarino, para siempre con el dedo omitirlos en el mundo, y así se volvió tierra.
Una noche el joven que estaba enamorado sintió las primeras punzadas multiplicadoras de la transfiguración. Imaginó la aguja y la red y con ellas creó el roble, para ahora con el dedo cribarlos en la luna, y así se volvió tierra.
Una mañana el joven que estaba confundido sintió las primeras punzadas trasformadoras de la helada. Recordó la piedra y con ella creó el yunque, para luego podarlos en el río, y así se volvió tierra.
Joel Navas.
Una mañana el joven que estaba confundido sintió las primeras punzadas trasformadoras de la helada. Recordó la piedra y con ella creó el yunque, para luego podarlos en el río, y así se volvió tierra.
...y así se volvió tierra.
Y con ella cerramos esta etapa formativa de la materia.
Todo un placer haberla compartido con ustedes.
Abrazos mil, Juany
Una noche el joven que estaba enamorado sintió las primeras punzadas creadoras de la acción. Imaginó la piedra y con ella aplastó el reloj, para después con el dedo omitirlos en el mundo, y así se volvió tierra.
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