martes

160. Tipologías textuales en el aula

 


Tal y como comentamos en clase, tradicionalmente han sido empleadas en el aula "determinadas" tipologías textuales. 
El apunte entregado en el Dossier del Módulo II nos recuerda la necesidad de incluir otras en atención a las directrices del currículo y, especialmente, a las necesidades comunicativas reales que el alumnado va a tener a lo largo de todo su proceso de vida y de aprendizaje.
Anota aquí alguna reflexión individual 
Elementos de apoyo para la reflexión:
¿Cómo fue tu experiencia educativa en cuanto a la inclusión o no de variedad de textos en la práctica escolar cotidiana? ¿Establecerías un "canon" de textos? ¿Cuáles quedarían desfasadas? ¿Qué pcticas textuales no figuran en el apunte? ¿Mismo proceder en Secundaria que en otras etapas formativas?

31 comentarios:

Alberto Sánchez Barrera dijo...

Personalmente, creo que como docentes tenemos que seleccionar materiales útiles y actuales para trabajarlos con los alumnos en el aula y, de esta forma, puedan descubrir y crear sus propias producciones que irán perfeccionándose con el paso de los años.

Durante mi viaje estudiantil por Secundaria y Bachillerato, tuve el privilegio de trabajar con textos contemporáneos y que posteriormente tendrían un valor significativo en mi vida personal y laboral. Trabajar las descripciones, la argumentación, la narración, la exposición o la instrucción me ha ayudado a ser claro, organizado y coherente con mis producciones actuales. Quizás, algunos tipos de textos que trabajé en su día están desfasados o han adoptado otros caminos de expresión, como, por ejemplo, el diseño de un curriculum vitae, que, en nuestros días, hay formas más novedosas como hacer en formato web o a través de un QR de una red social en las cuales las información que podemos incluir es mucho mayor y podemos hacerlo de manera más didáctica e innovadora.

Las prácticas textuales que no aparecen en el documento y que podríamos incluirlas en nuestra programación serían las relacionadas con las redes sociales. Es un hecho que es un gran medio de comunicación instantáneo desde WhatsApp, Instagram, Facebook o TikTok. Sería interesante darle pautas, herramientas, estrategias y/o consejos a nuestro alumnado para que puedan expresarse de una forma clara y sencilla.

Alberto Sánchez Barrera

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Mi memoria distorsiona bastante lo que recuerdo de aquella época, pero de lo que no tengo duda es de la rigidez que se me quedó en el paladar. Y en la punta del lápiz. Hoy, en un contexto tan intercultural, cabría no obviar la constante hibridación que permea los tipos textuales más clásicos. Obviamente, hablo de textos literarios, y quizá esta sea una cuestión que debería ser abordada con algo más de entusiasmo: los textos no literarios. Estos textos, en apariencia menos atractivos, menos culturales (yo he visto multas con mucha poesía), son una socorrida alternativa ante ese escaso interés por la lectoescritura (en realidad desconozco si el interés es escaso). Muchos fuimos los que desciframos las instrucciones de los botes de champú antes de la llegada del móvil. Leí una vez, en una novela de Cabrera Infante, "Prohibido a los materialistas estacionarse en lo absoluto". No me digan que no hay belleza en esa oración; pues bien, en México, los materialistas son esas personas que se encargan, valgan las redundancias y los pleonasmos, de trabajar/transportar materiales, y lo absoluto, deduzco, vendría a ser nuestra línea amarilla. Mario Vargas Llosa hablaba de los vasos comunicantes (esa novedad no es tal cosa, sino de apropiación indebida) y nos hacía ver que todo está comunicado, que todo se hibrida, que todo es susceptible de mudanza, que esta reflexión, si se me permite, también es un texto educativo y literario a partes iguales. Por eso mis respuestas no ha sido "no", "no sé", "muchas" y "no".

Cristo Saavedra

Kilian Andrés Palmés Ramos dijo...

Mi experiencia educativa con respecto a la inclusión de textos en la práctica escolar cotidiana ha sido buena ya que me han hecho aficionarme a la lectura y además, tener la intención de indagar en las lecturas que leíamos, es decir, querer saber más sobre el autor y el contexto de la obra.

Si establecería un canon con obras que trabajen la descripción, narración, exposición, argumentación o instrucción entre otras con el fin de inculcar al alumnado técnicas de exposición, argumentación, narración, descripción e instrucción para cuando se enfrenten a un escrito o a una situación comunicativa determinada.

Desde mi humilde punto de vista creo que ninguna está desfasada ya que todas son necesarias para el desarrollo de las competencias orales y escritas.

Las practicas textuales que no aparecen en el texto y que deberían ser incluidas son las relacionadas con las nuevas tecnología para ir instruyendo al alumnado de cara a su futuro profesional.

En secundaria tienen un proceder muy diferente debido a que están tratando con adolescentes que están en plena formación mientras que en otras etapas como bachillerato, FP o en la universidad dado que están tratando con personas adultas ya formadas.

Kilian Andrés Palmés Ramos

Isabel Trujillo Hernández dijo...


Mi experiencia educativa en el aula trabajando los distintos tipos de textos fue enriquecedora, ya que la profesora nos traía desde recetas a prospectos o cartas, es cierto que a día de hoy también es necesario trabajar con las RRSS, ya que nuestros alumnos las usan mucho , es pertinente trabajar la buena escritura en las RRSS.

Establecería un canón base que sería flexible e iría aumentando poco a poco, usando textos relacionados a la vida real de los alumnos y aquellos que le puedan ser útiles en su futuro, como un currículum vitae. Creo que los textos no tienen porqué quedar desfasados si los traemos a la actualidad y les damos la importancia necesaria. Como comenté antes en el apunte se echa en falta la tipología de las RRSS.

En Secundaria al igual que en Bachillerato o enseñanza de adultos (entre otros) debemos seguir un proceder de conocimientos ascendente .

Isabel Trujillo Hernández

DRH dijo...

Desde mi experiencia personal, considero que en el instituto no se trabaja mucho la escritura de textos propios en sí, sino el estudio de textos ajenos. Nos pasamos toda la etapa de secundaria aprendiendo cómo analizar todos esos textos literarios que en lugar de despertar en nosotros el gusto por la literatura, muchas veces hacen todo lo contrario. Las redacciones son muy escasas y apenas se nos pide que hagamos uso de nuestra imaginación y creemos nuestros textos. Ciertamente, en Bachillerato la escritura es mucho mayor, pero se encuentra encasillada a la prueba de acceso a la universidad, y para entonces ya se han perdido muchos estudiantes que no cursan Bachiller, sino que optan por otras vías de estudio o directamente deciden adentrarse en el mundo laboral.

Creo que debemos promover más la redacción lúdica, la imaginación y, además, mostrarles modos o canales de redacción más actuales como son los blogs y las redes sociales.

Anónimo dijo...

¡Buenas tardes a todos!

Reflexión sobre las tipologías textuales.

En lo que se refiere a mi experiencia educativa y la inclusión o no de tipologías textuales, lo cierto es que trabajamos muchas tipologías textuales en mi centro, pero echamos en falta algunas que habrían sido muy interesantes y divertidas llevar al aula.

Tipologías que sí trabajamos en mi centro educativo fueron: descripción, narración, exposición, argumentación, cuentos, poesía y otros textos. Sin embargo, habría sido muy didáctico y curioso trabajar en el aula las tipologías textuales como textos de instrucción y/o textos conversacionales.

En cuanto a establecer un canon de textos, no establecería ninguno porque sería ponernos una barrera en el ámbito lector. Lo interesante sería poder "tocar todas las teclas del piano", ya que la literatura es tan amplia, que construir muros entorno a ella, sería perder posibilidades, opciones, conocimientos. Por lo tanto, no considero que hayan tipologías textuales que queden desfasadas, todo es necesario y oportuno, lo importante sería saber jugar con las tipologías para que ninguna se quede atrás. Como docentes, nuestro papel es actualizarnos y acercarnos a las necesidades del alumnado, hacer uso de las TIC para poder acercarnos a textos que podrían quedar "desfasados". Aunque, me reitero, no me gusta el término "desfasado" porque considero que cualquier texto por muy pequeño que sea, como hemos visto en el dossier del Módulo II: anuncios publicitarios de bancos como el del banco Santander, es super útil para realizar cualquiera actividad, para sacarle "el jugo" desde el aspecto más nimio, todo es cuestión de saber relacionar adecuadamente y de forma coherente para que los alumnos vean las infinitas posibilidades que existen.

Por último, en relación a llevar a cabo un mismo proceder en todas las etapas formativas. La respuesta es no. Evidentemente, cada etapa tiene un nivel de conocimientos específicos y, por ende, la compresión lectora no será la misma en un alumno de 1º de la ESO que en un alumno de 2º de Bachillerato.

Saludos,

María Tremearne Rodríguez.

Raquel Perdomo dijo...

Mi experiencia y mi paso por los distintos centros educativos me han enseñado a valorar los distintos tipos te textos que nos podemos encontrar a lo largo de nuestra vida, pues sinceramente, lo que recuerdo, es siempre trabajar con una misma tipología textual, la narración. Y, gracias a esto, fuera del centro educativo he podido encontrarme con diferentes tipos, los cuales he podido apreciar para saber de qué se trataban esos textos y poder tenerlos en cuenta para un futuro. Hasta que no llegué a la Universidad no supe lo que era verdaderamente la poesía, un poema. O trabajar con un texto argumentativo. El "canon" en algunos casos es bueno, y en este caso si establecería un canon para trabajar en el aula y ver al menos unos 10. No creo que ningún texto este desfasado para verse en el aula, pues a lo largo de tu vida seguro que te toparás con alguno. Lo que sí desearía es que los docentes no se cierren únicamente a enseñar los que se trabajarán en la EBAU.

Iván Elehazar dijo...


- ¿Cómo fue tu experiencia educativa en cuanto a la inclusión o no de variedad de textos en la práctica escolar cotidiana?
En lo personal, mi experiencia literaria en secundaria fue ligeramente estricta: había que seguir un canon de autores clásicos y no cabían las propuestas por parte del alumnado. Fue en casa donde sí hubimos una inmersión más variada y libre de todo tipo de cuentos y novelillas. El único libro que destacaría como “alternativo” al canon fue el libro “La lapa y otros cuentos” de Ángel Guerra.

- ¿Establecerías un "canon" de textos? ¿Cuáles quedarían desfasadas?
Lo establecería a través de pactos con el alumnado: así comprobaría qué leen, qué les gusta, para darles un espacio a sus intereses literarios también. Los clásicos, son clásicos por algo, pero, en mi opinión, deben ser leídos con gusto y no por obligación. No los trataría de desfasados, pero sí traería versiones actualizadas o en otros formatos más atractivos.

- ¿Qué prácticas textuales no figuran en el apunte?
Una de las prácticas textuales que no figuran en el apunte es la “redacción”. Podría ser interesante y comprobar así muchos aspectos ortotipográficos del alumnado y poder mejorar alguna deficiencia, como potenciar sus cualidades.

- ¿Mismo proceder en Secundaria que en otras etapas formativas?
No. En bachillerato, el proceder es distinto, hay menos goce lector, puesto que está todo focalizado hacia la prueba universitaria.

Verónica dijo...

Mi experiencia educativa en lo relativo a la inclusión de variedad de textos es prácticamente nula. Solo recuerdo en la ESO leer y trabajar textos narrativos. Recuerdo dar muy poco de poesía también. Es cierto que hace tiempo de esto (unos 15 años), por lo que, quizá hay cosas que no recuerde.
También creo que es necesario, por una parte, trabajar con todo tipo de textos, pero también a la creación de los mismos, lo cual tampoco recuerdo que haya hecho nunca en esta etapa.
En la etapa de Bachillerato, estudié en la escuela de adultos, por lo que la formación con texto también fue bastante escasa. Estaba directamente enfocado a los puntos básicos de la selectividad (y ni eso), la PAU en ese momento.

Isabel González Matos dijo...

Mi experiencia educativa en cuanto a la inclusión o no de variedad de textos en la práctica escolar cotidiana fue paupérrima. Los docentes nunca incluyeron una gran variedad de textos, siempre se trabajaban los textos narrativos y, alguna que otra vez, los textos descriptivos. Creo que sería necesario establecer un canon de textos de forma abierta en el que se insertasen diferentes tipologías textuales que respetasen “la tradición” y la actualidad con las nuevas tecnologías y redes sociales (WhatsApp, Instagram, Twitter, etcétera) ya que esto despertaría curiosidad y motivación en el alumnado.

Anónimo dijo...

Desgraciadamente, la mayoría de mis profesoras de secundaria se centraron en el estudio de textos narrativos, relegando todo lo demás a un segundo plano o, incluso, al olvido. Este error lo he pagado caro no solo yo, sino el resto de mis compañeras también, pues pienso que el proceso de aprendizaje no ha sido lo suficientemente enriquecedor como podría haber sido. Debido a esto, pienso que no se debería desdeñar ninguna de las tipologías textuales existentes. No obstante, habría que dar mayor importancia a aquello que sea más útil para el futuro de los alumnos, puesto que no todos van dedicarse a lo lingüístico o lo literario, por lo que a la hora de elaborar un canon tendría en cuenta no solo mi pensamiento, sino también contemplaría, en la medida de lo posible, sus intereses y consideraciones. Por lo tanto, intentaría incluir todo lo existente de la manera más lógica posible, dando prioridad a lo que sea más pertinente y útil para el alumnado, y establecería un canon distinto para cada curso (canon que, evidentemente, será susceptible de cambio y mejora en función de lo que he comentado con anterioridad: características y necesidades del alumnado).

Marina Freudenberger Montesdeoca

David Mirabal Bello dijo...

Además de tener un vago recuerdo en lo relativo a la variedad de textos trabajados durante la etapa de secundaria, el profesor que impartía la asignatura de Lengua y Literatura era de la especialidad de Geografía, lo que empeoraba el escenario. No obstante, sí recuerdo haber trabajado comentarios de textos literarios y periodísticos, sobre todo en Bachillerato. Por su parte, me inclino más por un canon actualizado que atienda a las necesidades que presenta el alumnado, priorizando, entre otras, la funcionalidad del mismo en tareas que impliquen el uso de lo cotidiano, hecho que supondrá una significación para estos.

Javier Santana dijo...

Durante mi experiencia estudiantil en la ESO no se hacía demasiado énfasis en recursos que nos llevasen a reflexionar sobre situaciones comunicativas reales en las que tuviésemos que poner en acción las distintas herramientas aprendidas, o bien visualizar y recrear ciertos contextos. Aun así, bien es cierto que algunas de las lecturas destinadas al curso podían incitar el pensamiento reflexivo relacionado con situaciones reales. Además, estos libros no obedecían al canon literario al uso, sino que todos ellos eran obras destinadas al fomento de nuestra psique como alumnos en plena formación.

Sin embargo, tras el acceso a Bachillerato, el uso de textos relacionados con esta vertiente se vio en aumento, más allá del componente literario. Así pues, se nos hacía llegar distintos reportajes, columnas y demás recursos que nos permitían ahondar en temas de actualidad y que podían simular situaciones reales. Aun así, esto sucedió principalmente en 2º de Bachillerato más que en 1º, posiblemente por la llegada de la Prueba de Acceso a la Universidad.

Como docente en un futuro intentaré hacer uso de las distintas tipologías textuales a través de recursos que el alumnado encuentra útiles también fuera del aula, con el fin de que puedan considerar que su aprendizaje y etapa de formación le va a ayudar no solo a seguir creciendo como estudiantes, sino también como personas activas en la sociedad.

Yendalina Cámara dijo...

Durante mi paso por el instituto fue en Bachillerato donde trabajamos las tipologías textuales, pero siempre de cara a la PAU y a la inserción al mundo laboral, mientras que en Secundaria trabajábamos los textos narrativos. No obstante, en cuarto se podía ver algo de poesía y escritura creativa, pero siempre dependía del profesor que tuviese.
Por otro lado, con respecto al canon literario, no considero que sean textos desfasados, pero no a todos los alumnos les gusta lo clásico, por lo que consideraría trabajarlos de una manera lúdica o mediante distintos recursos digitales o llevando al aula textos alternativos, pero siempre atendiendo a las preferencias del alumnado.

Blas Corujo dijo...

Durante mi etapa de Secundaria y Bachillerato, los docentes dedicaron mucho cuidado en exponer una amplia variedad de textos (narrativos, descriptivos, periodísticos, etc.), atendiendo a las necesidades del alumnado —al menos, en lo concerniente a la asignatura Lengua Castellana y Literatura—. Luego, la variedad de textos fue reduciéndose a medida que se acercaba la fecha para los exámenes de la PAU.

Sería conveniente generar un canon de textos literarios acorde a la tradición clásica literaria, además de atender a las nuevas corrientes más cercanas a la actualidad que presentan, por ejemplo, las redes sociales. Además, debería seguirse un mismo proceder tanto en Secundaria como en Bachillerato para no desatender las necesidades de esta última etapa debido al sometimiento de los textos por los exámenes PAU.

Saludos, Blas Corujo Concepción

Débora Pérez Mendoza dijo...

Mi experiencia educativa en secundaria, en cuanto a la inclusión de textos en el aula para el aprendizaje del alumnado, fue bastante positiva. A lo largo de los años tuve la oportunidad de leer en clase diferentes tipos de textos y de trabajar con ellos. Aunque, en Bachillerato nos centramos únicamente en textos literarios y periodísticos porque debíamos presentarnos a la prueba de acceso a la universidad. Con respecto al canon literario, sí estoy de acuerdo con que se establezca, pero permitiendo que los alumnos decidan al menos uno o dos libros que a ellos les apetezca leer. Por otro lado, no considero que algunos textos estén desfasados porque con todos se puede trabajar, aunque se deba cambiar el método.
Las prácticas textuales que podrían usarse actualmente en las clases serían las relacionadas con las redes sociales o con las nuevas tecnologías en general.
Por último, el proceder en las distintas etapas no sería el mismo porque en cada etapa se adquieren diferentes conocimientos y debemos ajustarnos al nivel que los alumnos van alcanzando.

jenni dijo...

¡Buenas tardes a todos!
A continuación, respondo a las siguientes cuestiones:
¿Cómo fue tu experiencia educativa en cuanto a la inclusión o no de variedad de textos en la práctica escolar cotidiana?
Por lo que puedo recordar de aquella época, levemente porque hace mucho tiempo, creo que trabajamos bastante variedad de textos en nuestra práctica escolar. Recuerdo que la profesora de lengua solía traer libros de poemas, cuentos, revistas literarias, etc. Sobre todo, en mi etapa de bachillerato, fue cuando más textos trabajamos enfocados a la PAU de entonces. Trabajamos muchos textos de producción literaria, periódicos, cuentos breves, cuentos más largos, etc. Pero si es verdad que ahora que tengo más conocimiento de todos los tipos de texto que se pueden llevar a las aulas, creo que los docentes solían repetir mucho los recursos utilizados.
¿Establecerías un "canon" de textos?
Yo no establecería un “canon” de textos dentro de mi aula como docente, optaría por investigar nuevas tipologías, innovar un poco para generar en los niños interés y poder traerles cosas diferentes. Creo que establecer un “canon” sería estar todo el rato en la misma línea, y que los niños acabarían aburriéndose.
¿Cuáles quedarían desfasadas?
Yo creo que realmente no deberían quedar desfasada ninguna tipología textual, ya que cada una de ellas podría integrarse en el aprendizaje en un determinado momento, y, a su vez, podría ser enriquecedor llevar diferentes tipologías. Por ejemplo, para trabajar el análisis sintáctico podríamos llevar libros de cuentos infantiles para comenzar explicando las partes del sistema sintáctico. Para trabajar la redacción podríamos llevar infografías, manuales, etc. Y, de esta manera cada tipología cumpliría una finalidad en el aprendizaje en el aula.
¿Qué prácticas textuales no figuran en el apunte? ¿Mismo proceder en Secundaria que en otras etapas formativas?
En las etapas formativas, dependiendo de en qué tipo de etapa nos encontremos, vamos a encontrar un proceder mucho más implicado y extenso. Por ejemplo, en bachillerato el proceder está enfocado a la lectura, pero de textos periodísticos o literarios mucho más consistentes y densos que en la etapa de la ESO. Por el contrario, en un ciclo formativo de grado superior como, por ejemplo, gráficas publicitarias, también trabajamos mucho la lectura en diferentes asignaturas y se hace de una manera mucho más implicativa que en cursos inferiores.

Antonio Israel Montesdeoca Saavedra dijo...

Reflexionando acerca de las tipologías textuales con las que me he enfrentado durante toda mi trayectoria académica y centrándome en las etapas de primaria y secundaria, creo recordar que giraban en torno a la narración y, si cabe, algo de poesía, pero no recuerdo haber trabajado con otro tipo de textos en demasía. Además, los textos con los que trabajábamos no tenían en cuenta nuestra realidad como hablantes canarios, estaban orientados, mayormente, al español estándar. Por otro lado, no se propiciaban las exposiciones orales ni la creación de textos argumentativos, al menos durante la secundaria.
En cuanto al canon de textos no considero necesario señalar una tipología más importante que la otra, pues todas las tipologías textuales pueden ser significativas, el punto de inflexión está en el método.
Por último, el proceder debe variar según el nivel, las aptitudes y actitudes del alumnado.

Yazmina dijo...
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Anabel Pérez Hernández dijo...

En cuanto a los tipos de texto que recuerdo haber trabajado en el instituto, estos se resumen fundamentalmente, en narrativos y descriptivos en la ESO, con alguna excepción puntual en la que trabajamos teatro o poesía (ya en 4º); y literarios frente a periodísticos en Bachillerato, siempre en aras de aprender a hacer correctamente ese comentario de texto que se esperaba de nosotros al acabar la etapa, en la PAU. No recuerdo haber trabajado, por ejemplo, la sinopsis de una película o el texto de una campaña publicitaria.

No tengo en mente establecer algún canon en los textos que pueden ser trabajados en el aula. De hecho, si algo hemos aprendido en esta asignatura, es a ser abiertos de mente y a estar atentos y dispuestos a innovar llevando al aula cualquier material que se preste a tratar ciertos contenidos de forma dinámica y diversa. Rompiendo el patrón, quizás no sea tan necesario dedicar una gran parte de la clase a enganchar al alumno.
No obstante, sí que considero importante incluir ejemplos de los textos con los que se suelan relacionar más, para que por lo menos lo hagan de forma adecuada (Twitter, Instagram, blogs temáticos, etc.).

Por último, en cuanto a si deben adecuarse los textos a los niveles o etapas educativas, creo que sí, pero en cuanto a complejidad, no variedad. Además, cuando llevemos al aula un material concreto que queremos que nos sirva de excusa para explicar algo, el tiempo que vamos a dejar a los alumnos "explorarlo" será mayor en la ESO que en Bachillerato, donde tras esa pequeña presentación deberemos entrar en materia. Sin embargo, esto no debería implicar una renuncia a intentarlo (igual luego en la práctica me doy cuenta de que no es posible ser tan innovadora en bachillerato como quisiera, pero no me gustaría ir con esa predisposición).

Yazmina dijo...
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Yazmina dijo...
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Yazmina dijo...

Durante mi etapa en secundaria rara vez nos proponían leer un texto que no estuviese incluido dentro del libro de la asignatura. Sin embargo, destaco la generosidad en cuanto a la oferta de lecturas trimestrales, obras de autores contemporáneos con temáticas muy ligadas a nuestras emociones y vivencias como adolescentes.

Me gustaría proponerles a los alumnos lecturas cercanas a su realidad, del mismo modo que yo tuve la suerte de disfrutar de novelas maravillosas y actuales. Aunque considero oportuno relacionar la temática o los personajes de esas novelas modernas con los grandes textos de la literatura. Al fin y al cabo, todo está escrito, es decir, ya en esas obras cumbre se condensan las mismas emociones, experiencias y arquetipos que podemos encontrar en una novela del siglo XX o XXI. No considero que ninguna de ellas pueda ser tachada de desfasada, dado que siempre hay algún aspecto que se puede traer a la actualidad.

Durante los dos años de bachillerato las lecturas pasan a un segundo plano, las obras se ven como objetos de comentarios y los textos periodísticos asumen gran parte del protagonismo. Es una lástima que con la madurez que tiene el alumnado en esta etapa, en muchas ocasiones, no se trabaje la literatura en sí, salvo que cursen la asignatura optativa Literatura Universal.

Ida dijo...

Cada día la enseñanza de la literatura es más deficiente y superficial. Este fenómeno se ha incrementado con la eliminación de la asignatura en la etapa de primaria y el progresivo arrinconamiento de la literatura en favor de un mayor protagonismo de la lengua en secundaria y bachillerato. La labor del profesor incluye, como no puede ser de otra manera, en instruir a los estudiantes para ampliar sus competencias de lectura y comprensión a todos los códigos lingüísticos posibles. Sin embargo, ante la situación actual que he descrito, es más imperioso cada día aumentar el corpus de textos con obras literarias del patrimonio universal.
Los alumnos de secundaria y bachillerato españoles que se gradúan hoy pasan, en su mayoría, a engrosar las filas de una generación que se informa a golpe de tweet y solo lee y escucha titulares en periódicos e informativos. La atención es hoy propiedad intelectual de Netflix, Instagram, Twitter o TikTok. Esa es la única explicación a que presenciemos el fenómeno de la desinformación, precisamente, en el momento de mayor acceso a la información y desarrollo tecnológico de la humanidad. La única forma de combatir la desinformación es recuperando el terreno perdido por la literatura. Solo desarrollando la comprensión y el pensamiento crítico podemos formar ciudadanos más libres.

Juany dijo...

Gracias por compartir recuerdos y experiencias...
Saludos, Juany

Patricia Ramírez dijo...



Mi experiencia siempre la recuerdo bastante positiva. Los textos que teníamos que trabajar siempre fueron muy variados, tocamos muchas tipologías diferentes por lo que, en ese sentido, tengo un buen sabor de boca con mi paso por esta etapa. Tanto la narrativa como la poesía y el teatro la trabajamos mucho y con muchos textos distintos que nos permitían comparar, ver la diferencias de características de las distintas épocas, encontrar similitudes y diferencias con distintos autores, incluso, encontrar esos referentes de los que se sirvieron unos y otros para crear.

Creo que no establecería un canon porque eso supone una limitación. Lo que me ha enseñado este Máster es que de cualquier cosa se puede sacar contenido. Además, los tiempos cambian y todo está en continua evolución, por lo que lo que a lo mejor hoy no es relevante, mañana puede ser una forma puntera de comunicación y de enseñanza.

Por último, desde luego que cambiaría el proceder en Secundaria que en otros niveles. A cada uno de ellos hay que sacarle el máximo partido y esto solo se consigue si se respetan los tiempos.

Gabriel Naranjo Granado dijo...

¿Cómo fue tu experiencia educativa en cuanto a la inclusión o no de variedad de textos en la práctica escolar cotidiana?

Mi experiencia educativa (si no recuerdo mal) digamos que fue normal, pues si bien hemos trabajado bastantes textos, la mayoría estaban enfocados en el ámbito periodístico y literario de cara a la PAU (actual EBAU).En aquel entonces, percibí que los periodísticos estaban centrados en alguna noticia actual, ya sea cotidiana o no, para analizar los rasgos léxicos, semánticos, etc a partir de una plantilla como ayuda a su realización, no así en el caso de los literarios, donde las obras a trabajar eran siempre las mismas dadas en clase de autores antiguos, pero rara vez de autores actuales o recientes. Asimismo, también creo que llegamos a trabajar las tipologías textuales, tales como el tipo, carácter y fuente del texto (narrativo, descriptivo, expositivo-argumentativo, periodístico; fuente primaria o secundaria; carácter político, etc) o bien identificar las partes de un texto, ya sea como parte de un cuento, relato, etc (planteamiento, nudo, desenlace, tesis deductiva e inductiva...).


¿Establecerías un "canon" de textos?

Personalmente, no establecería un canon de textos, aunque sí tendría aspectos a tener en cuenta, como que cada alumno escoja su propia lectura (no tiene por qué ser exclusivamente lingüística o literaria) y proponer actividades a partir de lo leído y que pueden ser variadas: preguntas de comprensión, propuesta de final alternativo, extracción de contenidos léxico-semánticos, etc. Sería interesante recuperar el plan lector y aplicarlo a todos los niveles, tanto de la ESO como de Bachillerato mediante el uso de las TIC (Internet, páginas Web, bibliotecas virtuales) y plantear actividades mediante recursos digitales como el Kahoot y Quizziz que podemos ilustrar con imágenes o vídeos para que las actividades sean más estéticas y optar por una sesión más amena y dinámica.

¿Cuáles quedarían desfasadas?
En general, ninguna práctica textual quedaría desfasada si los textos, independientemente de su tipo, no incluyeran las mismas actividades o los mismos objetivos aunque estén tratados desde un punto de vista ligeramente diferente y quieran significar lo mismo.

Qué prácticas textuales no figuran en el apunte?

En mi opinión, podrían mencionarse las relativas a los recursos digitales, como los mencionados anteriormente y los textos enfocados al vocabulario empleados en la actualidad por muchos adolescentes (por ejemplo, un texto que hable de un diccionario donde recoja ejemplos de términos propios del lenguaje juvenil actual como "selfie", "influencer", "shippeo" o "shippear", "stalkear" o "pro" como abreviatura de profesional, etc).

¿Mismo proceder en Secundaria que en otras etapas formativas?

Evidentemente no, pues cada nivel lleva un ritmo y dificultad distintos, atendiendo a los contenidos que vayan asimilando o bien, por circunstancias personales y específicas del alumnado, pues no todos procesan por igual dichos temas y algunos pueden requerir de cierto apoyo educativo y así, mejorar su rendimiento en calidad de tiempo y forma, adaptando la dinámica de las clases conforme a sus necesidades (atención a la diversidad).



María del Mar Armas Torres dijo...

Cómo fue tu experiencia educativa en cuanto a la inclusión o no de variedad de textos en la práctica escolar cotidiana?

Durante la etapa de secundaria llegamos a abarcar diversos géneros y etapas literarias, realizamos algún taller de lectura, además de otras lecturas de clásicos que ya estaban establecidas y sobre las que hicimos las tareas pertinentes. Entre los autores que trabajamos encontramos a Fray Luis de León, Quevedo, Góngora, Sor Juana Inés de la Cruz, Benito Pérez Galdós, los autores del 98, sobre todo los hermanos Machado, Pío Baroja, Unamuno y Valle-Inclán y a Lorca y Rosalía de Castro, como autores de la Generación del 27. Sin embargo, aunque los contenidos que se impartían en las clases eran suficientemente amplios, y a pesar de que al docente le apasionaba la materia que impartía, el alumnado no se llegaba a sentir realmente cómodo debido al tenso clima del aula, generado por la absoluta rigidez del docente, en aquel momento, que no permitía disfrutar de esta materia como verdaderamente se merece.

Por un lado, en bachillerato nos encontramos con un grupo bastante heterogéneo pero, por otro lado, aunque la mayoría de textos que se trabajaban en el aula se enfocaron a la PAU, pudimos llevar a cabo un club de lectura desde una optativa de Literatura Canaria, donde el docente ofreció unas sesiones realmente enriquecedoras incentivando el trabajo grupal y creando un clima ameno y distendido, propicio para este tipo de actividades.

¿Establecerías un "canon" de textos? ¿Cuáles quedarían desfasadas?

Es importante que al final del curso académico el alumnado haya estado en contacto con la lectura de la manera más integradora posible. Es por eso que trataremos de llegar a consenso con el grupo sobre las lecturas que vamos a trabajar en el aula. Para ello, y a la hora de presentar sobre todo a los autores clásicos, podemos acercar los conflictos presentes en estas lecturas a la actualidad de nuestro grupo. No existe lectura, a mi parecer, que pueda quedar desfasada, si se le da el enfoque adecuado en el aula.

¿Qué prácticas textuales no figuran en el apunte?

Echamos en falta prácticas textuales integrando las TICS.

¿Mismo proceder en Secundaria que en otras etapas formativas?

Las necesidades que experimenta el alumnado de bachillerato impide, en ocasiones, desempeñar actividades o tareas que no estén, intrínsecamente, ligadas a los objetivos que demandan las pruebas de acceso. Esta rigidez le resta flexibilidad al docente a la hora de impartir los contenidos, pareciendo que adiestramos al alumnado para una competición. Esto suele provocar el desinterés del grupo, que se desvincula de la materia, desembocando la desmotivación. Mientras el cambio en los sistemas de evaluar no sean tangibles, debe ser el docente quien se esfuerce doblemente en alcanzar los objetivos marcados por el currículo, intentando que los procesos de enseñanza y aprendizajes sean lo más integradores posibles y creando un clima en el aula que mantenga viva la curiosidad del alumnado. Sin embargo, la etapa de la ESO permite mayor innovación en la docencia a la hora de plantear las diferentes situaciones de aprendizajes. Si somos capaces de aprovechar esta etapa para poner en práctica los conceptos de dinamismo, innovación y motivación, y si somos capaces de formar alumnos curiosos, será trabajo que habremos adelantado cuando estos alumnos se descubran en otras etapas académicas.

Sabina Gómez González dijo...

Mi experiencia con las tipologías textuales fue negativa. En clase trabajábamos textos muy poco variados. Se centraban casi siempre y duarte la mayor parte de la etapa de secundaria en los textos descriptivos y narrativos.

Por otra parte, el proceder debe ser diferente según la etapa y la madurez de los alumnos, pues no es lo mismo un estudiante de primero de la ESO que uno de Bachillerato.

Iballa Guerra Moreno dijo...

En mi experiencia educativa no nos ofrecían gran variedad de textos, nos centrábamos, principalmente, en textos narrativos y descriptivos. En Bachillerato la asignatura estaba dirigida a los comentarios de textos para la preparación de la PAU (la cual estaba segura que no iba a hacer). Establecer un canon de textos es adecuado siempre y cuando sea flexible, teniendo en cuenta las necesidades y gustos del alumnado, pues debemos conseguir que sientan atracción por los libros y no rechazo. Además, siempre hay que tener presente la edad y la realidad del estudiante, y, por tanto, no proceder de la misma manera en Secundaria que en otras etapas formativas, pues su realidad, su nivel y sus intereses no son los mismos.