83. Continuar escribiendo: técnica de la expansión narrativa
Propón tu posible desarrollo
de uno o varios de estos relatos hiperbreves. Aunque están concebidos
como relatos cerrados quizá son susceptibles de ser ampliados.
17 comentarios:
Estefanía
dijo...
Juan José Arreola ÁGRAFA MUSULMANA EN PAPIRO DE OXIRRINCO Estabas a ras de tierra y no te vi. Tuve que cavar hasta el fondo de mí para encontrarte. ¡Sí! Allí estaba aquella esencia de mí, aquella materia invisible que tanto ha influido en todos mis actos. Hacía tiempo que no visitaba mi mente, pero fue en mi viaje a Egipto donde me di cuenta que estaba tan cerca que pasaba desapercibida. Mi conciencia se acaba de chocar con ms impulsos amorosos que revoloteaban por toda mi cabeza. Las mariposas que volaban en mi estómago por el amor hacia todo lo desconocido me había cegado ante la realidad que me ofrecía mi familia. La religión siempre gobernó en mi casa y con tan solo alejarme unos kilómetros el “pepito grillo” de Disney atacó con fuerza mis verdaderas pasiones.
“Ágrafa musulmana en papiro de oxyrrinco” Juan José Arreola
Estabas a ras de tierra y no te vi. Tuve que cavar hasta el fondo de mí para encontrarte. Todo empezó cuando, después de medio curso guardando silencio, decidiste presentarte. En ese momento creaste mi sed de ti, hasta el fin de mis días. Pasaste de ser ágrafa musulmana en papiro de oxyrrinco a ser el amor de mi vida.
"Una persona es lo que cree ser, lo que los demás opinan que es y lo que realmente es. Desde esta perspectiva, no se pudo averiguar quién cometió el asesinato..."
... La víctima tampoco soltaba prenda. Se negó a soltar palabra a pesar del intenso interrogatorio al que la sometimos. Su lenguaje corporal tampoco nos decía nada. Decidimos hacerle pasar unos días en el calabozo para ver si así se le soltaba la lengua, pero no conseguimos nada y tuvimos que soltarlo porque sus compañeros se quejaban del olor. Finalmente lo dejamos en libertad hace una semana. No se ha movido del lugar donde lo soltamos. Allí sigue, tirado en el suelo, retándonos con la mirada, sin pestañear.
Salió por la puerta y de mi vida, llevándose con ella mi amor y su larga cabellera negra. Removió en mí los sentimientos más profundos dejando una estela de dolor y agonía que no lograba alejar de mí por más que quisiera.
Su recuerdo estaba en cada rincón de mi oscuro escondite, de donde no podía huir, porque si me alejaba de mi guarida perdería su aroma, perdería lo poco que me quedaba de ella.
A primera vista Poli Délano. Verse y amarse locamente fue una sola cosa. Ella tenía los colmillos largos y afilados. Él tenía la piel blanda y suave: estaban hechos el uno para el otro. Como todas las grandes historias de amor fue breve, visceral y muy dolorosa. La tinta en que fue escrita fue la sangre de Délano. No podía ser de otro modo desde el momento en que Polifema contrajo la rabia.
Ágrafa musulmana en papiro de oxyrrinco. Juan José Arreola
Estabas a ras de tierra y no te vi. Tuve que cavar hasta el fondo de mí para encontrarte. Créeme que no soy el primero ni el último al que le sucede. Cuántos amores no han llegado a ser amores por la cobardía, por no decir lo que sentimos, por renegar de la realidad hasta convencernos de que no estamos hechos el uno para el otro…
Llamémoslo comodidad. Estoy bien así, no quiero sufrir por nadie. Llamémoslo egoísmo. ¿Por qué debo adaptarme a otra persona? ¿Por qué preocuparme por la felicidad del otro? Llamémoslo inseguridad. ¿Y si no me quiere? ¿Y si sale mal?
Y yo, aturdido entre todas estas preguntas no te vi. Tú tan cerca y yo tan ciego. Esta ironía me destroza cuando pienso que te encontré dentro de mí cuando tú ya no estabas aquí.
Una persona es lo que cree ser, lo que los demás opinan que es y lo que realmente es. Desde esta perspectiva, no se pudo averiguar quién cometió el asesinato. Esta era la argumentación de la defensa. Sin embargo, los responsables de la investigación no se dieron por vencido y comenzaron a racionalizar la situación a través de la lógica del descarte. Si la defensa utilizaba la metafísica para considerar inocente a su cliente, el difamado por homicidio, la acusación tampoco podía prescindir de la filosofía.
Comenzaron convenciéndose a sí mismos y al juez de que debían prescindir del hombre ético, pues el-hombre-que-se-debe-ser nunca podría haber cometido el asesinato, y es que una inmoralidad semejante no está a la altura del deber moral del ser. Un hombre enteramente kantiano no podía ser el asesino, pues el crimen carece de justificación moral. Siempre está tan lejos lo que es de lo que debería ser…
Una vez eliminada la posibilidad de que el asesino podía ser un cuarto ser, iniciaron la investigación lógica de los otros tres restantes.
Empezaron por lo que una persona cree ser. Este era un testimonio completamente subjetivo, dicho por el hipotético asesino sobre la consideración que tenía de su propia persona, de su propia culpabilidad o inocencia. Consecuentemente, el testimonio del criminal creyéndose inocente no era suficiente. La defensa debía aportar pruebas. Así pues, al ser una confesión del yo hacia el ego, no se consideraba una aportación fiable ni determinante.
Posteriormente, se adentraron en lo que los demás opinaban del acusado. Este era un callejón sin salida, puesto que unos lo consideraban culpable y otros inocente. Simplemente, este era el inicio del conflicto jurídico y no podía aportar nada favorable a la investigación. Era un medio para acceder al origen, no a una conclusión sobre el caso.
Finalmente, solo quedaba una solución en pie: “una persona es lo que realmente es”. Por tanto, el asesino era quien realmente lo era. Una burda tautología que nada resolvía, pues continuaban con el mismo interrogante: ¿qué era el acusado, culpable o inocente?
Independientemente de a cuál de los cuatro yoes se le considerase como el asesino, lo que estaba claro era que fuera quien fuese, el asesino seguiría siendo la misma persona.
Verse y amarse locamente fue una sola cosa. Ella tenía los colmillos largos y afilados. Él tenía la piel blanda y suave: estaban hechos el uno para el otro. Ni siquiera el cristal que los separaba podía difuminar la perfecta imagen que tenían el uno del otro y llevarlos al olvido. Cada atardecer, tras sucumbir a la llamada del instinto de supervivencia, el cual no significaba más que la prolongación del sufrimiento, ambos acudían veloces ante aquel maldito vidrio que impedía el contacto de sus cuerpos. Su único consuelo, compartir el anhelo por una vida de libertad en el inmenso océano.
Salió por la puerta y de mi vida, llevándose con ella mi amor y su larga cabellera negra. Suele decirse que, en estos casos, uno se queda vacío. Pero lo cierto es que yo me sentía lleno, colmado de una pena que conquistaba cada rincón de mi cuerpo, como el veneno más letal, y de aquella habitación de hotel, como el gas más mortífero. Apenas fui tras ella, apenas evité el abandono. Parecía que algo dentro de mí deseaba su libertad, su tranquilidad, su felicidad… Por primera vez después de tantos años.
“Salió por la puerta y de mi vida”, de Guillermo Cabrera Infante
Salió por la puerta y de mi vida, llevándose con ella mi amor y su larga cabellera negra. Dejándome solo en aquella habitación que se impregnaba de tristeza y en la que pasaría largos días sin ella y su larga cabellera negra. Salió de mi vida y ya no volvería.
El texto que he escogido es "Ágrafa musulmana en papiro de oxyrrinco", de Juan José Arreola.
Estabas a ras de tierra y no te vi. Tuve que cavar hasta el fondo de mí para encontrarte. Y ahí estaba, la mujer valiente que siempre había sido. Luchar contra las adversidades del destino se había convertido, desde hacía mucho tiempo, en una realidad usual. Sin embargo, yo lo había olvidado y con ello, todo mi alrededor. Se preocuparon mucho durante cierto tiempo de esa especie de maldición que me acechaba, pero, poco a poco, se fueron refugiando tras múltiples evasivas. No me importó. Y ahora tampoco me importa. Agradezco lo que aprendí de ellos, pero ahora ya no necesito consejos. Hoy, y contra cualquier pronóstico, vuelvo a desempolvar la armadura.
Una persona es lo que cree ser, lo que los demás opinan que es y lo que realmente es. Desde esta perspectiva, no se pudo averiguar quién cometió el asesinato.
Todos en el departamento estaban frustrados por los pocos avances. El cuerpo del capitán apareció hace ya dos días en su despacho. La autopsia determinó que había sufrido dos ataques al corazón y si no hubiera aparecido con la cara desollada, nunca se hubiera pensado en un asesinato. No falta nadie; todas las comisarías en peso han venido a despedirse del capitán. Incluso el tiempo ha decidido llorar esta gran pérdida.
- ¿Te acuerdas de Laura, mi mujer?
-Sí. Por supuesto. Hola, Laura.
-Es terrible. Toda esta historia…quitarle la cara…- el dolor y el asco se mezclaron en la cara de Ignacio.- ¿Quién es capaz de algo así?
-Lo sé. Estamos todos volcados con este caso.
-Y tú particularmente; eras como un hijo para él, Pablo. Acepta nuestras condolencias.
La tristeza de todos los presentes se podía sentir en cada palabra, en cada mirada, en cada lágrima. Ahora ya sentado en el coche, alejado de todo eso, Pablo busca un pañuelo en la guantera. Coloca el espejo para poder secarse los ojos.
- ¿Qué haces?
-Secándome las lágrimas. ¿No lo ves?
- ¡Qué falso eres!! ¿De verdad piensas que eres el hijo que el capitán siempre quiso tener?
-Bueno, todos creen que lo soy, ¿cierto?
- Tú lo crees, los otros lo creen pero realmente eres un monstruo. Sabes que estás deseando ponerte su cara…
Pablo vuelve a abrir la guantera y saca una funda. La abre, retira con cuidado el plástico y saca la piel de la cara del capitán.
- ¿Ves? Me parezco a él. Soy como él.- Pablo esboza una sonrisa a sí mismo, está solo en el coche.
Estabas a ras de tierra y no te vi. Tuve que cavar hasta el fondo de mí para encontrarte. Moría de hambre, me faltaban fuerzas, cuando fui decapitada. Pensé, en mi debilidad, que la meta era el manto, pero cómo llegar a él. Escuché el susurro de las bacterias que fagocitaban restos de hojas, tallos, heces. Me acerqué a rastras y comencé a inhalar un raro olor a azufre. Un calor quemaba mi corteza. Me llené de energía, me arrastré con más fuerza, buscando ese manto celestial que se introduce en el suelo y mueve el universo. Tras varios días de esfuerzo pude, al fin, bañarme en un mar de maravillas, restrujarme con los minerales disueltos, comenzar de nuevo a nutrirme, a crecer… Sentí cómo circulaba la savia por mis venas. Mis extremidades se alargaban; procreaban tentáculos robustos. Un glorioso amanecer comencé a visualizar pequeños destellos de luz. Supe que ya no crecería más… Estaba a ras de tierra y no temí, porque daría fruto.
Ágrafa musulmana en papiro de oxyrrinco. Juan José Arreola
Estabas a ras de tierra y no te vi. Tuve que cavar hasta al fondo de mí para encontrarte. Tuve que abrir mi espíritu para encontrarte. Tuve que lanzar mi alma a volar para encontrarte. Mis ojos estaban llenos de lágrimas, preguntando:¨¿Dónde estás? ¿Dónde estás?¨. Aún no he podido encontrarte.
Una persona es lo que cree ser, lo que los demás opinan que es y lo que realmente es. Desde esta perspectiva, no se pudo averiguar quién cometió el asesinato. Tuvimos que ir más allá. El tiempo pasaba y las incógnitas aumentaban. Me dirigí otra vez al escenario del crimen, cada vez que entraba a ese zulo sentía como se me erizaba el bello poco a poco. Seguía oliendo a gasolina y a cianuro. No consigo comprender cómo pueden torturar a alguien de esa manera. Se veía trozos de cuerda y rastros de sangre por toda la habitación, pero ninguna pista del causante de esta atrocidad. La fallecida se llamaba Diana, una chica de veintiséis años que trabajaba como veterinaria. Aparentemente era una chica normal, vivía con su pareja desde hacía dos años, todos los martes visitaba a sus padres y se llevaba muy bien con todos sus amigos y vecinos. Pero, entonces, ¿por qué acabó de esta manera? ¿habrá sido el azar o estaba metida en algún lío? ¿quién será el responsable de este crimen? Los familiares lloraban de desesperación, el comisario gritaba de tensión, ¿y yo? Yo reía de satisfacción ¡qué buen trabajo he hecho! A veces el asesino es el que no creen que es, el que los demás no piensan que es y el que realmente es. Sara
El texto que he elegido es el de “Ágrafa musulmana en Papiro de Oxyrrinco” de Juan José Arreola
Estaba a ras de tierra y no te vi. Tuve que cavar hasta el fondo de mí para encontrarte. Llevaba tiempo pensando que la conocía, la miraba a través del escaparate cada día, cuando pasaba por delante de mi tienda, intentando descubrir por qué me era tan familiar su rostro. Aquel día lo descubrí, era la chica que me había robado el corazón en el colegio y a la que llevaba años sin ver y ahora el destino volvía a ponerla en mi camino.
Maravilloso, maravilloso, maravilloso... algunas frses merecen convertirse en títulos de futuros proyectos de escritura. Un ejemplo: ...apenas evité el abandono. Bravoooooo por todas las aportaciones. Abrazos, juany
17 comentarios:
Juan José Arreola
ÁGRAFA MUSULMANA EN PAPIRO DE OXIRRINCO
Estabas a ras de tierra y no te vi. Tuve que cavar hasta el fondo de mí para encontrarte.
¡Sí! Allí estaba aquella esencia de mí, aquella materia invisible que tanto ha influido en todos mis actos. Hacía tiempo que no visitaba mi mente, pero fue en mi viaje a Egipto donde me di cuenta que estaba tan cerca que pasaba desapercibida.
Mi conciencia se acaba de chocar con ms impulsos amorosos que revoloteaban por toda mi cabeza. Las mariposas que volaban en mi estómago por el amor hacia todo lo desconocido me había cegado ante la realidad que me ofrecía mi familia.
La religión siempre gobernó en mi casa y con tan solo alejarme unos kilómetros el “pepito grillo” de Disney atacó con fuerza mis verdaderas pasiones.
Estefanía Gil Almeida
Técnica de la expansión narrativa:
“Ágrafa musulmana en papiro de oxyrrinco”
Juan José Arreola
Estabas a ras de tierra y no te vi. Tuve que cavar hasta el fondo de mí para encontrarte. Todo empezó cuando, después de medio curso guardando silencio, decidiste presentarte. En ese momento creaste mi sed de ti, hasta el fin de mis días. Pasaste de ser ágrafa musulmana en papiro de oxyrrinco a ser el amor de mi vida.
Continuación de "Incógnita", de Carmen Peire.
"Una persona es lo que cree ser, lo que los demás opinan que es y lo que realmente es. Desde esta perspectiva, no se pudo averiguar quién cometió el asesinato..."
... La víctima tampoco soltaba prenda. Se negó a soltar palabra a pesar del intenso interrogatorio al que la sometimos. Su lenguaje corporal tampoco nos decía nada. Decidimos hacerle pasar unos días en el calabozo para ver si así se le soltaba la lengua, pero no conseguimos nada y tuvimos que soltarlo porque sus compañeros se quejaban del olor. Finalmente lo dejamos en libertad hace una semana. No se ha movido del lugar donde lo soltamos. Allí sigue, tirado en el suelo, retándonos con la mirada, sin pestañear.
Salió por la puerta y de mi vida, llevándose con ella mi amor y su larga cabellera negra.
Removió en mí los sentimientos más profundos dejando una estela de dolor y agonía que no lograba alejar de mí por más que quisiera.
Su recuerdo estaba en cada rincón de mi oscuro escondite, de donde no podía huir, porque si me alejaba de mi guarida perdería su aroma, perdería lo poco que me quedaba de ella.
A primera vista
Poli Délano.
Verse y amarse locamente fue una sola cosa. Ella tenía los colmillos largos y afilados. Él tenía la piel blanda y suave: estaban hechos el uno para el otro.
Como todas las grandes historias de amor fue breve, visceral y muy dolorosa. La tinta en que fue escrita fue la sangre de Délano. No podía ser de otro modo desde el momento en que Polifema contrajo la rabia.
Ágrafa musulmana en papiro de oxyrrinco. Juan José Arreola
Estabas a ras de tierra y no te vi. Tuve que cavar hasta el fondo de mí para encontrarte. Créeme que no soy el primero ni el último al que le sucede. Cuántos amores no han llegado a ser amores por la cobardía, por no decir lo que sentimos, por renegar de la realidad hasta convencernos de que no estamos hechos el uno para el otro…
Llamémoslo comodidad. Estoy bien así, no quiero sufrir por nadie.
Llamémoslo egoísmo. ¿Por qué debo adaptarme a otra persona? ¿Por qué preocuparme por la felicidad del otro?
Llamémoslo inseguridad. ¿Y si no me quiere? ¿Y si sale mal?
Y yo, aturdido entre todas estas preguntas no te vi. Tú tan cerca y yo tan ciego. Esta ironía me destroza cuando pienso que te encontré dentro de mí cuando tú ya no estabas aquí.
Texto escogido: Incógnita de Carmen Peire.
Una persona es lo que cree ser, lo que los demás opinan que es y lo que realmente es. Desde esta perspectiva, no se pudo averiguar quién cometió el asesinato. Esta era la argumentación de la defensa. Sin embargo, los responsables de la investigación no se dieron por vencido y comenzaron a racionalizar la situación a través de la lógica del descarte. Si la defensa utilizaba la metafísica para considerar inocente a su cliente, el difamado por homicidio, la acusación tampoco podía prescindir de la filosofía.
Comenzaron convenciéndose a sí mismos y al juez de que debían prescindir del hombre ético, pues el-hombre-que-se-debe-ser nunca podría haber cometido el asesinato, y es que una inmoralidad semejante no está a la altura del deber moral del ser. Un hombre enteramente kantiano no podía ser el asesino, pues el crimen carece de justificación moral. Siempre está tan lejos lo que es de lo que debería ser…
Una vez eliminada la posibilidad de que el asesino podía ser un cuarto ser, iniciaron la investigación lógica de los otros tres restantes.
Empezaron por lo que una persona cree ser. Este era un testimonio completamente subjetivo, dicho por el hipotético asesino sobre la consideración que tenía de su propia persona, de su propia culpabilidad o inocencia. Consecuentemente, el testimonio del criminal creyéndose inocente no era suficiente. La defensa debía aportar pruebas. Así pues, al ser una confesión del yo hacia el ego, no se consideraba una aportación fiable ni determinante.
Posteriormente, se adentraron en lo que los demás opinaban del acusado. Este era un callejón sin salida, puesto que unos lo consideraban culpable y otros inocente. Simplemente, este era el inicio del conflicto jurídico y no podía aportar nada favorable a la investigación. Era un medio para acceder al origen, no a una conclusión sobre el caso.
Finalmente, solo quedaba una solución en pie: “una persona es lo que realmente es”. Por tanto, el asesino era quien realmente lo era. Una burda tautología que nada resolvía, pues continuaban con el mismo interrogante: ¿qué era el acusado, culpable o inocente?
Independientemente de a cuál de los cuatro yoes se le considerase como el asesino, lo que estaba claro era que fuera quien fuese, el asesino seguiría siendo la misma persona.
Jorge Romeu Monserrat
“A primera vista” de Poli Délano
Verse y amarse locamente fue una sola cosa. Ella tenía los colmillos largos y afilados. Él tenía la piel blanda y suave: estaban hechos el uno para el otro. Ni siquiera el cristal que los separaba podía difuminar la perfecta imagen que tenían el uno del otro y llevarlos al olvido. Cada atardecer, tras sucumbir a la llamada del instinto de supervivencia, el cual no significaba más que la prolongación del sufrimiento, ambos acudían veloces ante aquel maldito vidrio que impedía el contacto de sus cuerpos.
Su único consuelo, compartir el anhelo por una vida de libertad en el inmenso océano.
Salió por la puerta y de mi vida, llevándose con ella mi amor y su larga cabellera negra. Suele decirse que, en estos casos, uno se queda vacío. Pero lo cierto es que yo me sentía lleno, colmado de una pena que conquistaba cada rincón de mi cuerpo, como el veneno más letal, y de aquella habitación de hotel, como el gas más mortífero. Apenas fui tras ella, apenas evité el abandono. Parecía que algo dentro de mí deseaba su libertad, su tranquilidad, su felicidad… Por primera vez después de tantos años.
“Salió por la puerta y de mi vida”, de Guillermo Cabrera Infante
Salió por la puerta y de mi vida, llevándose con ella mi amor y su larga cabellera negra. Dejándome solo en aquella habitación que se impregnaba de tristeza y en la que pasaría largos días sin ella y su larga cabellera negra. Salió de mi vida y ya no volvería.
¡Hola!
El texto que he escogido es "Ágrafa musulmana en papiro de oxyrrinco", de Juan José Arreola.
Estabas a ras de tierra y no te vi. Tuve que cavar hasta el fondo de mí para encontrarte. Y ahí estaba, la mujer valiente que siempre había sido. Luchar contra las adversidades del destino se había convertido, desde hacía mucho tiempo, en una realidad usual. Sin embargo, yo lo había olvidado y con ello, todo mi alrededor. Se preocuparon mucho durante cierto tiempo de esa especie de maldición que me acechaba, pero, poco a poco, se fueron refugiando tras múltiples evasivas. No me importó. Y ahora tampoco me importa. Agradezco lo que aprendí de ellos, pero ahora ya no necesito consejos.
Hoy, y contra cualquier pronóstico, vuelvo a desempolvar la armadura.
Una persona es lo que cree ser, lo que los demás opinan que es y lo que realmente es. Desde esta perspectiva, no se pudo averiguar quién cometió el asesinato.
Todos en el departamento estaban frustrados por los pocos avances. El cuerpo del capitán apareció hace ya dos días en su despacho. La autopsia determinó que había sufrido dos ataques al corazón y si no hubiera aparecido con la cara desollada, nunca se hubiera pensado en un asesinato. No falta nadie; todas las comisarías en peso han venido a despedirse del capitán. Incluso el tiempo ha decidido llorar esta gran pérdida.
- ¿Te acuerdas de Laura, mi mujer?
-Sí. Por supuesto. Hola, Laura.
-Es terrible. Toda esta historia…quitarle la cara…- el dolor y el asco se mezclaron en la cara de Ignacio.- ¿Quién es capaz de algo así?
-Lo sé. Estamos todos volcados con este caso.
-Y tú particularmente; eras como un hijo para él, Pablo. Acepta nuestras condolencias.
La tristeza de todos los presentes se podía sentir en cada palabra, en cada mirada, en cada lágrima. Ahora ya sentado en el coche, alejado de todo eso, Pablo busca un pañuelo en la guantera. Coloca el espejo para poder secarse los ojos.
- ¿Qué haces?
-Secándome las lágrimas. ¿No lo ves?
- ¡Qué falso eres!! ¿De verdad piensas que eres el hijo que el capitán siempre quiso tener?
-Bueno, todos creen que lo soy, ¿cierto?
- Tú lo crees, los otros lo creen pero realmente eres un monstruo. Sabes que estás deseando ponerte su cara…
Pablo vuelve a abrir la guantera y saca una funda. La abre, retira con cuidado el plástico y saca la piel de la cara del capitán.
- ¿Ves? Me parezco a él. Soy como él.- Pablo esboza una sonrisa a sí mismo, está solo en el coche.
Ágrafa musulmana en papiro de oxyrrinco
Estabas a ras de tierra y no te vi. Tuve que cavar hasta el fondo de mí para encontrarte. Moría de hambre, me faltaban fuerzas, cuando fui decapitada. Pensé, en mi debilidad, que la meta era el manto, pero cómo llegar a él. Escuché el susurro de las bacterias que fagocitaban restos de hojas, tallos, heces. Me acerqué a rastras y comencé a inhalar un raro olor a azufre. Un calor quemaba mi corteza. Me llené de energía, me arrastré con más fuerza, buscando ese manto celestial que se introduce en el suelo y mueve el universo. Tras varios días de esfuerzo pude, al fin, bañarme en un mar de maravillas, restrujarme con los minerales disueltos, comenzar de nuevo a nutrirme, a crecer… Sentí cómo circulaba la savia por mis venas. Mis extremidades se alargaban; procreaban tentáculos robustos. Un glorioso amanecer comencé a visualizar pequeños destellos de luz. Supe que ya no crecería más… Estaba a ras de tierra y no temí, porque daría fruto.
Ágrafa musulmana en papiro de oxyrrinco. Juan José Arreola
Estabas a ras de tierra y no te vi. Tuve que cavar hasta al fondo de mí para encontrarte. Tuve que abrir mi espíritu para encontrarte. Tuve que lanzar mi alma a volar para encontrarte. Mis ojos estaban llenos de lágrimas, preguntando:¨¿Dónde estás? ¿Dónde estás?¨. Aún no he podido encontrarte.
INCÓGNITA
Carmen Peire
Una persona es lo que cree ser, lo que los demás opinan que es y lo que realmente es. Desde esta perspectiva, no se pudo averiguar quién cometió el asesinato. Tuvimos que ir más allá. El tiempo pasaba y las incógnitas aumentaban.
Me dirigí otra vez al escenario del crimen, cada vez que entraba a ese zulo sentía como se me erizaba el bello poco a poco. Seguía oliendo a gasolina y a cianuro. No consigo comprender cómo pueden torturar a alguien de esa manera. Se veía trozos de cuerda y rastros de sangre por toda la habitación, pero ninguna pista del causante de esta atrocidad.
La fallecida se llamaba Diana, una chica de veintiséis años que trabajaba como veterinaria. Aparentemente era una chica normal, vivía con su pareja desde hacía dos años, todos los martes visitaba a sus padres y se llevaba muy bien con todos sus amigos y vecinos. Pero, entonces, ¿por qué acabó de esta manera? ¿habrá sido el azar o estaba metida en algún lío? ¿quién será el responsable de este crimen?
Los familiares lloraban de desesperación, el comisario gritaba de tensión, ¿y yo? Yo reía de satisfacción ¡qué buen trabajo he hecho! A veces el asesino es el que no creen que es, el que los demás no piensan que es y el que realmente es.
Sara
¡Hola a todos!
El texto que he elegido es el de “Ágrafa musulmana en Papiro de Oxyrrinco” de Juan José Arreola
Estaba a ras de tierra y no te vi. Tuve que cavar hasta el fondo de mí para encontrarte. Llevaba tiempo pensando que la conocía, la miraba a través del escaparate cada día, cuando pasaba por delante de mi tienda, intentando descubrir por qué me era tan familiar su rostro. Aquel día lo descubrí, era la chica que me había robado el corazón en el colegio y a la que llevaba años sin ver y ahora el destino volvía a ponerla en mi camino.
Maravilloso, maravilloso, maravilloso... algunas frses merecen convertirse en títulos de futuros proyectos de escritura. Un ejemplo:
...apenas evité el abandono.
Bravoooooo por todas las aportaciones.
Abrazos, juany
Publicar un comentario