viernes

21. OMP PARA REFLEXIONAR SOBRE EL DOCUMENTO DE TRABAJO ELEGIDO (Bloque III)


Tal y como se comentó en el aula, y una vez elegido el documento de trabajo de las posibles opciones, ("Guisqui no gustó...") tienen aquí el espacio para su reflexión individual, una vez hecho en el aula el debate sobre la rentabilidad didáctica del artículo en cuestión de cara a los contenidos gramaticales.

Expresen una reflexión que atienda en su conjunto al tema y a sus implicaciones (quizá las más relevantes: extranjerismos/xenismos, lenguas en contacto, conservadurismo del idioma frente a otras posturas,  vitalidad del idioma ¿implica siempre aceptación -masiva- de préstamos...?)

17 comentarios:

Isis dijo...

¿Cómo se establecen las adaptaciones en el español? sabemos que el uso manda y que la Real Academia solo propone, pero ¿qué uso?,¿de quién?; en mi opinión no deberíamos hacer un diccionario de uso pues quedaría obsoleto tan pronto como se terminase su elaboración lexicográfica; es mucho más útil el diccionario de toda la vida y dejar que el uso siga su curso pero siempre que haya un respeto gramatical independientemente del mismo(debemos fomentarlo);indistintamente de cómo realicen fonéticamente un vocablo, es muy importante que sepan escribirlo de forma correcta. El uso debe mandar en la pronunciación pero en menor medida en la expresión escrita a no ser que sea tan determinante que cree una nueva palabra(ejemplo: fútbol que llevó a la creación del término español "futbolín"). Consideramos mucho más rico lexicológicamente conocer una palabra, cómo se pronuncia,cómo se escribe y si existe una tercera en discordia. (Recuerden que cuando éramos adolescentes,sabíamos perfectamente que se decía [Beikon], pero que se escribía "bacon" o que se pronunciaba [Taibol] pero que se escribía "table"); debemos fomentar que se siga aprendiendo de esta manera las diferencias fónicas de las escritas que al fin y al cabo son últiles para el aprendizaje de cualquier lengua.

Elena dijo...

La presencia de extranjerismos en el español es notable si nos paramos a pensar tan sólo en algunos términos: jazz, cassette, collage, boutique, piercing, aerobic, chofer, bar, CD, clip, email… La globalización de la era actual ha generado la introducción en español de numerosos términos procedentes de otras lenguas, en su mayoría del inglés. Así, nos vemos cada vez más en la necesidad de incorporar palabras en nuestro idioma que designen elementos de nueva creación (sobre todo en lo que concierne a las nuevas tecnologías). Sin embargo, habría que plantearse si realmente es preciso adaptar esos términos a la ortografía del español o si plantea algún tipo de problema conservarlos en la forma original en la que fueron tomados. Aunque es cierto que en español las palabras se escriben tal como suenan, a diferencia del inglés o del francés por ejemplo, la incorporación de palabras de otras lenguas conlleva una adaptación por parte de los hablantes de español a vocablos que se pronuncian de manera diferente a como se escriben. No obstante, el hecho de que no estemos acostumbrados a este tipo de fenómenos no implica que no podamos adaptarnos, como han hecho todos los hablantes de español que han aprendido una segunda lengua como el inglés o el francés, donde sí se da esto. Adaptar una palabra extranjera a la ortografía del español debería ser un hecho secundario que sólo se produjera en determinados términos que fueran introducidos recientemente a este idioma y que generaran problemas a la hora de saber cómo escribirlas, pero no sería conveniente hacerlo con palabras extranjeras que están totalmente asentadas en nuestra lengua, pues conllevaría una segunda adaptación a las mismas por parte de los hablantes.

Anónimo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo en las opciones que plantea la Academia para la adaptación de los extranjerismos al español. Es inevitable que todas las lenguas tengan una norma, si no no podríamos comunicarnos de una forma eficaz; aceptar nuevas pronunciaciones para las grafías establecidas implica una reforma total de los sistemas fonéticos, teóricamente hablando, entre otros inconvenientes. Además, debemos ser fieles a nuestra lengua y evitar extranjerismos no adaptados porque, como el propio artículo define, estamos en una nueva época: la del anglicismo ¿Cuando lleguemos a la siguiente, porque la habrá, qué haremos? ¿Reconstruir el sistema lingüístico del español? Si los canarios nos avergonzamos de nuestra modalidad, no es menos cierto que actualmente el inglés está mejor considerado que el español ¿Por qué? Como decía el padre Feijoo en el S.XVIII “por modas”.
También me parece de lo más acertado que la RAE haya adquirido un papel más conciliador con respecto a los usuarios, que nos den posibilidades y nos dejen elegir. A pesar del pesado adjetivo que acompaña a la Academia, los miembros están siendo realistas con la situación lingüística actual y, a mis ojos, están trabajando más que nunca, aunque todavía queda mucho que mejorar. Prefiero no opinar sobre la Nueva Gramática.
Para terminar, quisiera dejar constancia de que güiski y pirsin no me parecen adaptaciones descabelladas, como sí lo son, por ejemplo, cederrón, yins o yas. Pero una sola opinión no basta, lo que importa es el uso mayoritario y seguir adaptando términos con las menores contradicciones posibles con respecto a las reglas establecidas.

Corona dijo...

Que las lenguas se contagian entre sí es conocido, sin embargo, el nuevo léxico adoptado a veces sufre críticas y otras es abrazado con fervor (esto es la dicotomía de Saussure: fuerza de intercambio vs. espíritu de campanario). Sea como sea es el uso el que determinará si merece o no carta de naturaleza el léxico extranjero. También será el mismo uso el que paute con qué ropajes puede circular por nuestro sistema. Particularmente me inclino por emplear nuestro vocabulario existente antes que utilizar otro externo, pero la presencia de lenguas en contacto (y más aún en un territorio con lenguas co-oficiales) y de la fuerza de los medios de comunicación dificultan este pulso. Y en cuanto a la forma, la grafía, ¿procuraré mostrar a mis alumnos la más extendida? ¿o la académica? No lo sé. Hace poco descubrí con asombro que denomino al rompecabezas puzzle, es decir, con su forma inglesa, cuando la RAE indica puzle.

Raquel dijo...

La influencia entre lenguas es un hecho evidente que se ha mantenido a lo largo de los tiempos, además de que es un mecanismo por el que las lenguas se enriquecen. Desde que la gente viaja de un lugar a otro es corriente que aparezcan voces que no estaban en la lengua patrimonial y este fenómeno ha experimentado un aumento con la globalización producida por los medios de comunicación, sobre todo por las televisiones. A la hora de recibir estos extranjerismos es el uso el que manda aunque la Real Academia proponga, con mayor o menor acierto, la adaptación a nuestro idioma. En esta época de continuo cambio debemos estar abiertos a vocablos extranjeros que designan nuevas realidades y debemos aceptar que no siempre es posible adaptarlos a la grafía española por lo que perdurarán como extranjerismos, pero con esto no digo que debamos aceptar cualquier cosa que venga de afuera por creerla superior, si ya existe una palabra previa en nuestra lengua hay que recomendar su uso ante el extranjerismo.

Isabel HR dijo...

Adoptando un punto de vista amplio, se puede decir que todas las palabras de nuestro idioma son extranjerismos. Si pensamos que la mayoría de las palabras del español proceden del latín, es curioso plantearnos cómo los hablantes a través de la oralidad convirtieron aquellos xenismos en extranjerismos resultando nuestras palabras patrimoniales. La historia de nuestra lengua es sorprendente en este sentido, la archiconocida frase de “la lengua es un organismo vivo” cobra verdadero valor cuando pensamos en la evolución del idioma. Estos originarios vocablos latinos fueron adaptados fonéticamente y gráficamente gracias a la oralidad. De hecho, los cultismos existentes en el español son definidos como aquellas palabras que apenas han variado en su forma. La razón estriba en que estos vocablos se utilizaban sólo en registros formales y escritos, es decir, alejados de la lengua hablada. Ante este recordatorio histórico podríamos decir que la lengua sigue, hoy en día, los mismos procedimientos y de esta manera, tal y como se afirma en el artículo “la palabra clave es uso, la prueba de fuego de cualquier término sea cual sea su origen”.
La vida escrita de la palabra siempre comienza por un crecimiento en su vida oral. En el propio artículo se deja en evidencia la contradicción ortográfica que se puede dar al intentar adaptar un xenismo. Si aceptamos, por ejemplo, desde su fonética original, la palabra jazz, aceptamos también que la jota tiene una nueva pronunciación en el español, de ahí que la Real Academia intente adaptarla gráficamente. Me parece que es lo más coherente aunque, en algunos casos, es imposible conseguir su adaptación. Este hecho refleja el poderoso fenómeno de las lenguas en contacto, ya que el prestigio actual del inglés con su correspondiente “imperio lingüístico” se percibe en todos los ámbitos. La lengua también tiene una estrategia política. Cuando hablábamos del español, señalábamos el poco prestigio que tenía, sin embargo, el inglés, lengua franca por excelencia, es prestigiada por las innovaciones científicas y tecnológicas que desde su cultura se dan: pen drive, CD, o por ejemplo, láser (ya adaptada al español a partir de unas siglas) tiene como inventores a científicos de nacionalidad americana, por ello, es lógico que todo el entramado lingüístico referido a este descubrimiento encuentre su razón de ser en los anglicismos. Igual situación plantea la palabra jazz, supuestamente nacida en Nueva Orleans pero con una expansión universal a lo largo del siglo XX.
Pero también el imperio de las palabras de un idioma puede lograrse por la inmigración o la cercanía geográfica. Buena muestra de ello son los inmigrantes hispanos en Estados Unidos (cuyo ejemplo lingüístico más extremo es el spanglish, cabría plantearse por qué no aparece aún en el DRAE, ¿llevaría cursiva?) y en cuanto a cercanía geográfica, Brasil, rodeada de países hispanohablantes ha introducido como lengua extranjera en su sistema educativo al español.
Según el artículo, también los medios de comunicación son los causantes de una globalización lingüística. Y la prensa es una fuente que sigue la propia Real Academia para ver por dónde transita el idioma. No obstante, creo que el marketing es el que se encarga siempre de vendernos lo que sea, hasta las mismas palabras y puede ser el causante de dicha globalización. De cualquier forma, los extranjerismos e incluso unos pocos xenismos se llegarán a confundir entre la “muchedumbre léxica” y abandonarán la “pose” de la cursiva. Tan sólo es cuestión de tiempo. Los hablantes serán los que decidan. La RAE “propone pero no impone” y de momento, prefiero escribir jazz y pronunciar yas.

Eva M.L. dijo...

La lengua española es una lengua viva, por ello está continuamente nutriéndose de palabras nuevas. Una lengua puede recibir préstamos de otras con las cuales mantiene contacto, de hecho el español las ha recibido en distintos periodos de su historia: arabismos, occitanismos, galicismos, italianismos, americanismos, etc. Actualmente, la influencia léxica más importante que recibe nuestro idioma es la del inglés, debido a la importancia económica y política que posee el mundo anglosajón.
Tal y como se señala en el texto “Güisqui no gustó, ¿gustará pirsin?”, los extranjerismos benefician a una lengua cuando sirven para enriquecer su caudal léxico al designar realidades nuevas para las que no había denominación, aunque a veces conlleven ciertos problemas ortográficos. En cambio, si el extranjerismo sustituye a una palabra existente en la lengua considero que su adaptación es perjudicial, pues esta última tenderá a desaparecer. Un ejemplo muy ilustrativo es el caso de parking, que prácticamente ha desplazado del uso a nuestro término “aparcamiento”. Por tanto, debemos reflexionar sobre si estas pérdidas de conceptos suponen una evolución o una regresión del idioma.
Por último, con respecto a las adaptaciones ortográficas que ha llevado a cabo la RAE, me parecen muy lúcidas las normas por las que se rigen, aunque al final seamos siempre los hablantes los que dispongamos sobre sus proposiciones.

L.R.G. dijo...

Personalmente, me posiciono totalmente a favor de la incorporación de préstamos de otras lenguas a la nuestra, la lengua española. Pienso que, tal y como hemos comentado en clase, una lengua sólo perdurará en el tiempo si es flexible, admitiendo vocablos (y en ocasiones, incluso expresiones) que provengan de otros idiomas. El español, hasta ahora, ha sido una lengua bastante abierta, y es algo que vemos reflejado en la gran cantidad de préstamos que usamos a diario (sobre todo del inglés): glamour, piercing, sandwich, champagne, croissant, etc. Actualmente, la RAE se está replanteando la posibilidad de adaptar a la gramática de la lengua española todos esos nuevos préstamos, quedando así términos como: champán, cruasán, pirsin, etc. En mi humilde opinión, creo que esto es lo mejor que podríamos hacer respecto a los prestamos lingüísticos. No estoy nada a favor de que se mantengan los xenismos, y pienso que poco a poco, si vemos que el uso de un préstamo se extiende en el tiempo, deberíamos adaptarlo a nuestro propio idioma y convertirlo así en un extranjerismo. Las lenguas deben admitir vocablos de otros idiomas, pero no en exceso, y siempre intentando mantener dentro de lo posible las normas ortográficas y gramaticales españolas.

Nerea L.S. dijo...

La lengua española se ha constituido con el paso de los años de numerosas otras lenguas. Por ello no hay que extrañarse de las nuevas adquisiciones, y más aún cuando estamos en un momento de interculturalidad y continua comunicación. Recibimos por diferentes vías palabras nuevas y la fuente de procedencia con gran peso actualmente es el inglés. El mayor problema con el que nos encontramos es su adaptación a nuestra lengua. Es difícil aceptar una forma, que puede ser la más conveniente teniendo en cuenta las reglas ortográficas del español, pero que choca con la palabra que nos ha llegado y que ya forma parte de nuestro vocabulario. El artículo lo expone así con la palabra güisqui, al igual que hay muchas otras que nos será complicado integrar. Creo la RAE hace lo que debe al procurar el buen transcurso de la lengua española, aunque nos cause a menudo un impacto al leer una palabra como pirsin. Sin embargo nos da la posibilidad de elegir y regirnos por nuestro uso.
Hay que tener en cuenta también la pérdida de palabras ya existentes en nuestra lengua debido a la introducción de xenismos que suplantan su lugar en ella. Éste es otro de los aspectos que debemos meditar, como futuros profesores de lengua debemos aconsejar a nuestro alumnado el uso de la palabra española por encima de la extranjera, consolidando así su permanencia.

Omayra RO dijo...

No podemos ignorar que, en pleno siglo XXI, vivimos en una aldea global en la que las nuevas tecnologías de la comunicación han modificado nuestra idea de distancia y nuestro contacto con sociedades y lugares que antes creíamos lejanos. Este hecho no solo ha afectado a nuestra manera de vivir y de pensar sino también a nuestra lengua, que se ha nutrido de extranjerismos importados principalmente del inglés. Es cierto que el español, al ser una lengua viva, siempre ha bebido de otras, pero tal vez ahora los hablantes seamos más conscientes de las adaptaciones léxicas propuestas por la RAE porque hablamos o tenemos más contacto con otras lenguas.
Ante esta situación, mantener una postura conservadora ante los cambios supondría un atraso en la riqueza léxica del español. Es necesario aceptar las palabras que designan realidades inexistentes en nuestra lengua y adaptarlas en la medida de lo posible, pero no hay que olvidar que debemos ser realistas y conscientes de que muchos extranjerismos gozan de un prestigio lingüístico que algunos préstamos no tienen, como es el caso de güisqui. Creo que el aspecto sociolingüístico es la clave de la aceptación o el rechazo de los cambios.
Por supuesto, con esto no quiero decir que haya que aceptar e incorporar a la lengua todo tipo de extranjerismos porque en exceso serían un problema para la lengua. Hay que conservar las normas gramaticales y ortográficas del español, pero desde un punto de vista flexible y sensato. Solo así conseguiremos que el español no se fragmente y siga siendo una de las lenguas más habladas en el mundo.

Miriam dijo...

La riqueza de una lengua viene dada por el conjunto total de palabras que dispone, tanto las del fondo común como las de especialidad, todas las dialectales y las que apertencen exclusivamente al lenguaje coloquial. El fenómeno de los extranjerismos tiene una doble vertiente, positiva y negativa. Cuando usamos un término extranjero que no tiene sustituto en español nuestra lengua se enriquece y la denominamos neologismo. En el caso contrario, cuando usamos una palabra extranjera en lugar de una española estamos empobreciendo la lengua y el sistema se resquebraja , ya que este hecho significa perder palabras patrimoniales denominándolas neologismos innecesarios. La abundancia de los extranjerismos en nuestra lengua es un fenómeno que obedece fundamentalmente a una causa: el desarrollo tecnológico e industrial; de ahí que la mayor parte de los extranjerismos que se pueden observar actualmente en la prensa escrita son anglicismos, ya que cuando un país exporta tecnología, también exporta la palabra designativa.
Algunos ejemplos:
1) Bistec: filete, chuleta. De inglés beefsteak ( buey-tajada). Admitido por el DRAE.
2)Cocktail: ( combinado) el DRAE admite coctel o cóctel.

Sara dijo...

Intentar adelantarse a los cambios que el propio hablante hará o no en la lengua o ponerle freno reivindicando la pureza del idioma o su conservación por miedo a su desaparición es en mi opinión una pérdida de tiempo y un desperdicio de papel, cuando imprimen y venden una supuesta nueva gramática, o un nuevo diccionario que recoge el léxico que la RAE acepta, pero la verdad es qeu es un léxico inventado por ellos, grafías que ellos han adaptado, no el hablante, soberano en estos menesteres, hecho que al parecer no entienden. Y sé que eso de intentar controlar la evolución de la lengua viene de lejos, desde el latín o en castellano con textos como el Appendix probi, pero si otros no lo consiguieron ¿no será eso prueba suficiente de que no sirve de nada ponerle muros de hormigón a un hecho tan natural como la evolución lingüística?

M.J. dijo...

El hablante es, en última instancia, el que hace la lengua con el uso. Por este motivo, como dicen los expertos académicos, será el tiempo lo que nos muestre cuál será la forma definitiva que adopte una palabra. Evidentemente y tal como se nos dice en el artículo, hay palabras que el hablante suele rechazar casi instantáneamente y son aquellas que se alejan demasiado de su forma original. No debemos ser contrarios a la entrada de vocabulario que enriquezca nuestro léxico, pero creo que debemos cuidar nuestra lengua. ¿Cómo podemos contribuir a este cuidado? Una manera puede ser evitando el uso de extranjerismos cuando existe una palabra española para nombrar aquella cosa de la que hablamos. Como docentes, podemos motivar a los alumnos a que hagan lo mismo. De esta manera, también conseguiremos que la valoren un poco más. Muchas veces, el hecho de usar un extranjerismo puede deberse a que sentimos que ese uso nos acerca un poco a la lengua de la que proviene. Por ejemplo, creo que los extranjerismos más usados actualmente son los ingleses así que, sentimos que si usamos un término inglés, estamos introduciendo el idioma en nuestro habla, o mejor dicho “hablamos algo de inglés” un idioma que todo consideramos importante dominar. Por otro lado, suena a que “estamos más puestos en esto de las nuevas tecnologías” si usamos e-book, pero no tanto si decimos “libro electrónico”. En definitiva, son varios los factores que el hablante considera, aunque sea de forma inconsciente, a la hora de elegir usar uno u otro término. Esto de usar extranjerismos no es malo si nos acerca a otro idioma para dominarlo en la comunicación o para familiarizarnos con él, pero, no debemos caer en el error de sustituir nuestro español por otro idioma porque esto no ayuda a su conservación. Concluyo añadiendo que, aunque es cierto que la Academia no impone ni gobierna, creo que es un buen referente y que, de alguna manera, todos necesitamos ese referente que equilibre el uso de la lengua y lo unifique.

Makoy dijo...

Intentar aislar una lengua del resto del mundo es una soberana tontería. Las cosas claras. La lengua es un ser en continua evolución, cambiante y en expansión. Sinceramente, el español que tenemos ahora no es más que una rica sopa de influencias del exterior que poco a poco crece y se nutre de muchas nuevas. El hablante las inserta, las copia, las adapta, las calca, las imita y terminan adheriéndose a nuestro vocabulario sin darnos la posibilidad de hacer un juicio sobre si es necesaria o útil esa palabra o no. El usuario se impone a la norma y es este quien tiene la última palabra, nunca mejor dicho. Dejemos que la lengua evolucione a su ritmo, porque es ir contracorriente a la evolución, a la naturaleza del ser humano.
Tenemos que luchar por que se hable correctamente, pero no contra la introducción de nuevos términos o internacionalización del lenguaje. La mezcla de culturas en un lenguaje solo nos une más en este mundo tan mal repartido, nos hace a todos un poco más cercanos y semejantes. En el futuro, probablemente muchas lenguas terminen desapareciendo, dando lugar a una lengua dominante, fruto de la mezcla y la internacionalización de muchas otras, y eso no es malo, solo es el futuro.

Juany dijo...

Interesantes reflexiones... ustedes serán los que comprueben si, en su futuro docente, algunas de las predicciones se habrán cumplido o no...
Saludos cordiales, Juany

Zoila dijo...

TAREA 21
El artículo Güisqui no gustó, ¿gustará pirsin? constituye un acertado recurso para estimular el debate en el aula en torno a la gramática. Y además, permite recapitular el origen de la Lengua Española y acercar a los estudiantes al momento en que se encuentra nuestro idioma.
Como ya se ha apuntado en otras ocasiones, la lengua es un sistema vivo y como tal se enriquece constantemente con las transferencias de otras lenguas. De esta forma la utilización de extranjerismos es una realidad permanente.
Antes de incorporar un término nuevo al diccionario, ha de pasar previamente por la prueba de fuego de la utilización que le concede el hablante dentro de su realidad cotidiana.
La Real Academia Española se anota aciertos y desaciertos en su labor de proteger el idioma. Por ejemplo, se han realizado correcciones ordinarias y poco aceptadas como suprimir la pe de psicología, o suprimir la tilde de sólo (solamente), lo cual se presta a ambigüedades. Economizar en lengua resulta peligroso, cuando determinados cambios pueden conducir a confusiones.
Por otra parte, el avance acelerado de las nuevas tecnologías de la comunicación hace a los idiomas cada vez más permeables y abiertos a recibir todo lo que venga de cualquier parte. Antaño, traducíamos con los diccionarios de papel, hoy, los traductores en tiempo real de las webs, marcan nuevas tendencias idiomáticas.

Gara dijo...

la incorporación de extranjerismos y xenismos es un fenómeno connatural a las lenguas que las enriquece y favorece su evolución. Como bien se explica en el artículo "Güisqui no gustó, ¿gustará pirsin?", muchas de las palabras que hoy consideramos estandartes del español fueron en su origen extranjerismos que luego se convirtieron en xenismos. En cualquier caso, este proceso por el cual una palabra de origen extranjero se adapta fonética y ortográficamente a la lengua que la acoge está determinado por el uso de los hablantes. Creo que a veces la RAE fuerza un poco esta evolución y propone xenismos que realmente no están extendidos entre los hablantes. En cualquier caso, la RAE recomienda, no exige un determinado uso, y quizás dada la confusión que existe entre los hablantes a la hora de escribir o pronunciar ciertos extranjerismos, creo que, como docente, es más conveniente mostrar las dos opciones y dejar que cada hablante valore qué forma emplear, dejando así que sea la tendencia general la que dictamine el grado de adaptación de la palabra a la grafía y pronunciación española.
Por otro lado, quizás la globalización y la importancia de los medios de comunicación en la actualidad ha provocado un aumento en el número de extranjerismos en el español, por lo que considero que es importante no incentivar el abuso de préstamos. Como docentes debemos intentar que nuestros alumnos adquieran un conocimiento del español lo más amplio y rico posible, por lo considero importante enseñar las dos posibilidades: el extranjerismo y su equivalente en español, independientemente del uso que luego predomine.