martes

174. Indagando en tu mapa oral personal

 


Reflexión (compartida o no) en el aula

La muestra de materiales presentada en el Dosier del Módulo I evidencia la relevancia de las acciones orales (expresión y comprensión) que se activan en las interacciones orales.  En función de lo apuntado en la tablita de la página 3 del Dosier del Módulo I ( sobre la "exposición preparada"), reflexiona en pequeño grupo sobre tu mapa oral personal, es decir, 

----(OPCIÓN A) las acciones que crees que activas cuando preparas tu disertación oral. También puedes exponer 

----(OPCIÓN B) las que creas que el alumnado debería activar en el aula cuando se disponga a intervenir. 
 

El objetivo es reflexionar sobre las fortalezas y debilidades de las exposiciones orales teniendo en cuenta la frecuencia y regularidad de los discursos orales en nuestra vida cotidiana (personal y profesional) y poniendo el foco en la riqueza del acto oral (voz, gesto, movimiento, etc.).
Si completamos el perfil con otras dimensiones parciales (oportunidades y amenazas) estaremos desarrollando un completo análisis SWOT, FODA o DAFO.
La técnica de análisis FODA o DAFO es ideal para evaluar o diagnosticar cualquier elemento (verbal o escrito), académico o no; permite dibujar un amplio perfil e identifica los valores propios o innatos (intrínsecos) que algo posee (positivos y negativos, F y D) y descubre también las variables externas (Oportuniddes y Amenazas) que le acechan.
Incorpora aquí una brevísima valoración de los "hallazgos" del grupo o pareja de trabajo.

33 comentarios:

Bett Neuff dijo...

Si tengo que considerar cómo es mi mapa oral, diré que:
- Mis fortalezas son la síntesis y la expresión clara, así como la cercanía y la conexión emocional que puedo llegar a establecer con mis oyentes.
- Mis debilidades son mis nervios escénicos que, en ocasiones, me llevan a temblar; un uso inadecuado de mi expresión corporal (por exceso o por defecto en el movimiento de las manos, por ejemplo).
Para el trabajo con le alumnado, haría especial hincapié en los siguientes aspectos:
- La mirada. Controlar dónde focalizamos nuestra mirada (en el fondo, en la primera fila de la clase, en una única persona) y cómo lo hacemos (si somos escurridizos e intentamos escapar de las mriadas del resto, si no transmitimos con los ojos).
- El ritmo discursivo. Hacer variaciones del ritmo mientras estamos exponiendo es importantísimo, porque un tono monótono, un ritmo demasiado lento o uno demasiado acelerado, pueden hacer que nuestra audiencia desconecte rápidamente.
- La seguridad. Algo fundamental es mostrar seguridad sobre nuestro conocimiento en aquello que estamos exponiendo, así como en nosotros mismos. Mostrarse a gusto con uno mismo y con aquello que expresamos puede establecer la diferencia entre una exposición exitosa o un fiasco total.

Raquel Valido dijo...

Para realizar una pequeña reflexión sobre nuestro mapa oral personal, es importante ser consciente tanto de las fortalezas como de las debilidades que encontramos en nuestro discurso oral.

En primer lugar, considero que una de mis fortalezas podría ser la previa organización del guion que llevo a cabo, con el fin de establecer un mapa mental que me permita sentirme cómoda y segura hablando del tema, algo que se transmite con mucha facilidad a los oyentes. Asimismo, otro de mis puntos fuertes es el manejo del lenguaje no verbal, ya que considero que controlo bastante bien el movimiento de las manos y la expresión corporal.

En el extremo contrario encontramos las debilidades, entre las que puedo destacar el poco hueco que dejo a la espontaneidad e improvisación al tener el guion tan interiorizado. De esta forma, ese control del que hablaba en las fortalezas puede convertirse en un arma de doble filo al restarle naturalidad a nuestro discurso si sobrepasa ciertos límites.

En cuanto a los aspectos que considero más importantes a la hora trabajar para mejorar la expresión oral de nuestros alumnos podemos citar principalmente la confianza en ellos mismos, para que su discurso sea fluido y tengan seguridad al hablar. Además, también se debe trabajar la interacción con el público durante el discurso, para que este sea dinámica y se incremente la cercanía con los oyentes. Por último, otro aspecto que tenemos que fomentar es el ensayo previo del discurso, ya que esto facilitará mucho el desarrollo natural posterior del mismo.

Cristina Jerez dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Cristina Jerez dijo...

Nuestro mapa oral se alimenta de nuestras experiencias previas, conocimientos, recursos y habilidades adquiridas a lo largo del tiempo. Con todo ello, construimos nuestro discurso en función de cada situación de comunicación (interlocutores, espacio, relación que nos une, etcétera).
He sido siempre una persona muy tímida e introvertida. En determinados contextos de mi vida adulta esta afirmación ha generado incredulidad. En parte, creo que he podido mejorar estas debilidades construyendo un mapa oral más consciente. Entre las fortalezas que creo detectar en mi mapa oral, destacaría:
• Escucha activa y empática: me parece muy importante escuchar (en un sentido amplio) a mis interlocutores o público.
• Cercanía y humor: reírme de mí misma y abrirme (añadiendo anécdotas o elementos cotidianos a mi discurso) me ha servido mucho.
• Preparación del discurso adecuada para cada situación. No solo una presentación o exposición, también una entrevista de trabajo, una diligencia, pequeñas conversaciones informales. Hacer simulacros y practicas en la vida real me ha ayudado mucho.
• Uso del espacio. Intento siempre usar el espacio del que dispongo, incluso cuando me aterra.
Algunas de las (muchas) debilidades que he ido trabajando:
• Timidez, miedo escénico y nerviosismo: en situaciones comunicativas nuevas me suelo poner muy nerviosa y, a veces, se convierte en un temblor (manos y voz) que me delata.
•Persona digresiva: suelo perderme mucho en mis pensamientos y, a veces, me ocurre al hablar. Además, algunas veces mis digresiones siguen el hilo de mis pensamientos, enmarañado y desordenando mi discurso.
• Mala postura corporal: me cuesta mucho mantener una postura corporal correcta y sana y suelo tender a encorvarme.

Raquel Nieto dijo...

La exposición oral es un contenido nociofuncional fundamental, de ahí que sea aconsejable invertir tiempo en que los alumnos aprendan a realizarla correctamente.
Un análisis DAFO de una exposición oral prototípica en el aula puede ofrecernos un diagnóstico sobre aquellos aspectos en los que habría que incidir más con los alumnos.
Por un lado, se encuentran los valores intrínsecos, tanto positivos como negativos, de la intervención oral del alumno: fortalezas y debilidades.
Respecto a las fortalezas que debe activar, cabe destacar la expresión clara y coherente de las ideas; la fluidez al hablar; la correcta pronunciación; el uso de un ritmo y volumen adecuados; el contacto visual con todo el auditorio; o el uso correcto de recursos de apoyo.
En cuanto a las debilidades, adquieren un papel importante la improvisación, que puede provenir de la falta de organización de la información, de la poca o nula preparación de la intervención o de la ausencia de un guion; el escaso desarrollo de las ideas y/o la ausencia de argumentos, que puede deberse a un conocimiento superficial de la materia por una investigación poco exhaustiva; o un escaso control gestual y postural. Además, la timidez, la vergüenza o los nervios pueden jugar también en su contra.
Por otro lado, existen una serie de factores extrínsecos que afectan, positiva o negativamente, al desarrollo de la exposición oral: oportunidades y amenazas.
Entre las oportunidades que se generan, se pueden mencionar la propia práctica de la expresión oral en público, que ayuda a adquirir confianza y seguridad; el desarrollo de la capacidad de atención hacia las reacciones de los receptores, que permite ir adaptando la intervención; un conocimiento más amplio sobre el tema, que se extrae del conjunto de exposiciones; o la obtención de críticas constructivas, que pueden aprovecharse para mejorar.
Como amenazas, se pueden considerar la falta de predisposición del auditorio a escuchar la intervención; la actitud jocosa o intimidatoria de algunos oyentes; o la realización de comentarios negativos no constructivos.
Evidentemente, para aplicar este análisis habría que desarrollarlo más detalladamente.

Victor Manuel Geijo Hernández dijo...

Muchos son los aspectos que hay que tener en cuenta a la hora de hablar en público y conseguir hacerlo con cierto rigor y éxito. Controlar una serie de factores que influyen en este tipo de comunicación, dependiendo del contexto, supone un verdadero reto que hay que saber gestionar y controlar.

A través de nuestras interacciones orales se puede llevar a cabo una técnica de análisis llamada FADO en la que, teniendo en cuenta diferentes aspectos, puedes diseñar o descubrir tu propio mapa oral.

Con respecto a la reflexión sobre mi propio mapa oral podría destacar diferentes aspectos:

Por un lado, creo tener ciertas fortalezas como son las siguientes:
- Un tono de voz adecuado, el cual considero imprescindible para mantener al público despierto y atento.
- Un contacto visual directo con las diferentes personas a las que me dirijo, intentando controlar el espacio en todo momento.
- El uso de la improvisación en ciertos momentos, evitando quedarme sin reaccionar antes cualquier cambio en la planificación o motivo externo.
- La sencillez a la hora de llevar a cabo el discurso, intentando ser simple pero eficaz.

Por otro lado, como debilidades de mi exposición oral podría nombrar estas otras:
- La existencia nervios (no siempre y dependiendo de la situación) que puede hacerme improvisar en exceso.
- La falta de expresión corporal (falta de gesticulación).

En cuanto a las acciones que considero que el alumnado debería activar cuando se disponga a intervenir en el aula destacaría:
- La seguridad y confianza en ellos mismos.
- La planificación/ organización de lo que van a exponer. Un buen guion es imprescindible.
- Un tono adecuado, una expresión corporal correcta y un uso del espacio apropiado.

Miguel Ángel Rodríguez Falcón dijo...

Estas líneas que escribo están destinadas a hacer una breve reflexión sobre las fortalezas y debilidades de mi exposición oral. Para hacer dicha reflexión, me baso en algunos de los elementos presentes en la tabla de la página 3 del dosier sobre la comunicación oral.
Veamos, en primer lugar, mis fortalezas. Cuando preparo una exposición oral para las clases de la universidad, con mucha regularidad genero ideas con el objetivo de que sea bastante original. Siempre ajusto mi discurso al tema adecuado, es decir, el tema que ha impuesto el profesor de la asignatura. En todo momento compruebo la fiabilidad de la información que voy a exponer, lo que constituye un rasgo positivo mío muy relevante. Además, nunca expongo en clase sin haber practicado mi intervención oral previamente. Por otro lado, procuro emplear gestos y movimientos corporales durante la exposición oral. Estos gestos que empleo contribuyen a la comprensión de lo que digo y, en ningún caso, indican nerviosismo. Otra de mis fortalezas es la pretensión de hablar de modo correcto y respetando las directrices de la Academia, algo que consigo en la mayoría de las ocasiones. También uso diapositivas de apoyo en mis exposiciones orales, pero nunca cometo el error de incluir en ellas largos textos en lugar de términos clave. Tampoco permito que estas diapositivas me sustituyan, esto es, explico su contenido y no lo leo. Tengo éxito en otro aspecto que los profesores solicitan cuando se va a realizar una exposición oral: el control del tiempo. Como se sabe, las exposiciones orales que se llevan a cabo en las distintas asignaturas o en las lecturas de los trabajos de fin de título deben durar un tiempo determinado. Para no superar este tiempo y acortar mi exposición si fuera necesario, siempre me cronometro. Es cierto que adecúo el mensaje de mis exposiciones orales al contexto y a los interlocutores, aunque una vez impartí, en las prácticas del grado, una clase de relaciones semánticas muy compleja para sus destinatarios, que eran del nivel de segundo de Bachillerato. Finalmente, he de decir que, cuando termino una exposición oral, reflexiono sobre los elementos que debo trabajar para mejorarlos en las próximas intervenciones en clase.
Quizá mi mayor debilidad en la exposición oral sea el reparto de la mirada entre todo el público. Muchas veces dirijo mi mirada hacia una zona específica del aula o hacia el profesor únicamente. Menos frecuentemente pierdo el contacto visual por estar observando las palabras clave de la diapositiva proyectada. La voz conforma el segundo de mis aspectos mejorables. En ocasiones a los receptores de mi producción oral les cuesta escucharme por el bajo volumen de mi voz. No obstante, creo que he progresado bastante en los últimos meses. Mi velocidad de habla es pausada normalmente, pero no considero que esto sea una debilidad porque hablar sin prisas puede transmitir mucha serenidad. En todo caso, solo supone una debilidad si se les da clase a adolescentes, que piden más rapidez.
Si alguna vez ejerzo como profesor de ESO y Bachillerato, trabajaré con mis alumnos todos estos aspectos sobre la expresión oral para que la desarrollen. Igualmente les hablaré de todas las oportunidades y amenazas que puede traer consigo una buena o una mala exposición oral.
He encontrado en la web un documento muy interesante sobre la consecución de una exposición oral adecuada: https://www.upc.edu/slt/comcomunicar/assets/files/consells_oral_es.pdf

Berta Maté Gómez dijo...

En cuanto a mi mapa oral personal, destacaría mi voz (intensidad, tono, timbre y duración) y mi mirada como mis fortalezas principales. Creo que son fundamentales para mantener la atención y el interés de nuestros alumnos, ya que una voz baja, lenta y monótona junto a una mirada esquiva no favorecen que el alumnado esté atento por el sobresfuerzo que supone estar pendiente de esta persona. Otro de mis puntos fuertes creo que son las explicaciones claras, aunque soy consciente de que en ocasiones me voy un poco por las ramas. Por otro lado, mis debilidades son los nervios al hacer exposiciones más formales y con un tiempo limitado, porque, aunque me lo prepare, me empeño en querer decir todo lo que pueda, me acelero e incluso me tiembla un poco la voz. Poco a poco he ido aprendiendo a controlarlo, pero aún me queda camino.

Como se señala en el dossier, "La expresión oral puede ser espontánea, pero también producto de una preparación rigurosa" (p. 3) y como docentes debemos promover y trabajar ambas, adaptándonos al nivel de nuestros estudiantes. Así pues, para realizar una exposición preparada, creo que es importante que trabajemos una serie de estrategias (tabla p. 3):
- Actividades previas a la exposición : selección del tema, elaboración de esquemas previos, búsqueda de fuentes documentales, preparación de la intervención oral, etc.
- Actividades en la producción del discurso : control de la voz, la mirada, los gestos y el movimiento, uso de recursos tecnológicos de apoyo, corrección y fluidez, presentación de las ideas con un orden lógico, etc.
- Actividades de control y metacognición : dosificación del tiempo, negociación de significados, adecuación al contexto, etc.

Todos estos puntos me parecen importantes, y dependiendo de cada alumno se tendrán que trabajar más unas cosas que otras. Creo que además resulta fundamental que en las intervenciones orales trabajemos la capacidad de escuchar y el respeto por las ideas ajenas, ya que de ello dependerán sus relaciones tanto profesionales como personales. También creo que es importante trabajar la confianza en sí mismos y la seguridad de que no van a ser humillados, sino alabados por su esfuerzo.

Ya que Miguel Ángel ha dejado un vídeo y me parece buena idea, voy a dejarles esta charla TED de Emma Rodero, periodista y profesora titular en el Departamento de Comunicación de la UPF, doctora en Comunicación y doctora en Psicología, sobre la importancia de la voz para ser más persuasivos. Dura algo más de quince minutos, pero en el vídeo nos enseña técnicas para mejorar nuestra voz y creo que puede ser útil para el aula:
https://www.youtube.com/watch?v=YlI-e4QJWG0&ab_channel=TEDxTalks

Noelia Marco Alemañ dijo...

A la hora de describir un mapa oral hay que ser capaces de identificar tanto nuestras fortalezas como las debilidades que se nos pueden dar a la hora de preparar un discurso oral. Diferenciarlo es importante para poder potenciar nuestros puntos fuertes y seguir trabajando en aquello que flojeamos.

- Respecto a mis fortalezas podría destacar la planificación, ya que siempre trabajo el tema previamente para hacerme un esquema mental para ahorrar el mal trago de quedarme en blanco. También destacaría mi tono de voz, su intensidad y la capacidad de modularla para no sonar monótona y aburrida.
- En cuanto a mis debilidades, podría destacar que fruto de los nervios y de la timidez suelo aprovechar poco el espacio del que dispongo y tiendo a pecar un poco de estática. No suelo moverme mucho, ni hacer mucho uso de los gestos.

Considero muy importante el trabajar la comunicación oral en el aula, ya que creo que es donde más se flojea hoy en día. Desde chiquitos nos han hecho hacer mil y una exposiciones en clase, pero nunca se nos enseñó a hacerlas correctamente. Creo que en el aula se debería trabajar y activar mas técnicas para mejorar la oralidad. Esto haría que el alumno ganase en confianza y seguridad a hora de hablar en público. Enseñarles a planificar un guión, y cómo ejecutarlo correctamente trabando los recursos que nos da la voz y la expresión corporal . Ya que todos estos factores son super importantes para conseguir una comunicación lo más efectiva posible.

Raúl dijo...

Realizar un mapa oral sobre uno mismo no es una tarea para nada sencilla. Se necesita un momento de introspección sobre uno mismo para saber analizar cuáles son las fortalezas y debilidades que nos caracterizan al realizar un discurso oral.

Como fortaleza y debilidad al mismo tiempo, me gustaría destacar mi voz. La destaco como una fortaleza ya que mi tono de voz me ayuda a transmitir el mensaje con mayor claridad. Sin embargo, también lo considero como una debilidad, ya que mi tono de voz es agudo y, llegado un momento, puede cansar.

A su vez, otra fortaleza que destaco de mi manera de comunicarme oralmente es la forma de gesticular. Suelo gesticular con regularidad a la hora de expresarme oralmente y eso puede llegar a facilitar la comprensión del mensaje que intento transmitir. Por otro lado, otra debilidad que encuentro a la hora de comunicarme son los nervios. Si a la hora de exponer estoy nervioso suelo divagar y el discurso puede diluirse.

La comunicación oral es primordial para la sociedad actual. El alumnado debe saber cambiar de registro, saber dónde y cómo emplearlo. También se debe tener en cuenta todo lo que conlleva la comunicación oral (gestos, posturas, tono, timbre…), dado que el uso de las nuevas tecnologías ha hecho que el uso de la comunicación oral decaiga.

Patricia Barreto Santana dijo...

Realizar un mapa oral personal es un ejercicio muy beneficioso a la hora de mejorar nuestro discurso oral.

Como fortaleza principal destaco el mirar a todas las personas interlocutoras con el fin de captar y mantener su atención. Además, intento ser consciente de mi expresión corporal y mantener un tono óptimo.

La debilidad que destaco es la inseguridad a la hora de transmitir los conocimientos, lo que puede provocar pequeñas lagunas y temblor corporal.

Javier Álamo dijo...

Los largos años de experiencia docente en el sector de la formación ocupacional me han enseñado muchísimo en cuanto a la importancia de la capacidad comunicativa que hemos de poseer y, en particular, de la expresión oral. Eso no quiere decir, ni mucho menos, que haya conseguido un nivel óptimo de ejecución. ¿Por qué ocurre esto tras tantos años teniendo que exponer ante una clase? Pues porque considero que cada grupo de personas al que uno se enfrenta tiene sus características particulares, que lo hacen único y distinto a los demás (en mi caso: adultos pero de edades muy dispares, diferentes niveles de formación -desde 4.º de la ESO a estudiantes universitarios-, número de alumnos variable, heterogéneos entornos de formación, etc.). Por no decir del devenir de cada grupo en función de las influencias internas (v.g.: liderazgos positivos y negativos) que los hacen cambiantes, y que además influyen en el proceso comunicativo y en las estrategias utilizadas. Esta diversidad me ha hecho entender la necesidad de que no todo vale para todo. Tengo que adaptar mi expresión oral al auditorio, y he aprendido mucho. Antes que nada, considero fundamental una preparación exhaustiva de las clases, ensayándolas previamente, al menos las primeras veces. Esto me permite ganar en seguridad, y eso también se transmite al receptor. Tengo claro que la preparación no exime de la necesaria presencia de la improvisación. Es vital para ganar frescura y naturalidad en el discurso.

Siempre que se den esos mimbres, considero que atesoro algunas fortalezas, como el hecho de transmitir seguridad y convicción en lo que expongo (quizá algo de pasión si el tema me gusta, y se nota), potencia de voz adecuada y cambios en la modulación en función de la expresividad que busco, corrección en el habla y el empleo de recursos tecnológicos, de los que suelo estar al tanto. Por último, la búsqueda continua de una retroalimentación que me asegure la comunicación con el alumnado, y que siempre tengo presente. Cuando ya el auditorio me genera confianza, me permito el uso de la ironía (si creo que puede entenderse), generando distensión en el ambiente. Esto último me ha funcionado muy bien y extingue ese hálito de timidez que aún puedo proyectar.

Pero hay muchas debilidades aún en mi exposición, como la dificultad de repartir la mirada entre un gran número de alumnos. No soy consciente de a quiénes estoy mirando y suelo centrarme en aquellos que habitualmente me prestan atención, y por mucho que me lo diga antes de empezar, no lo consigo. Además, tengo una hipersensibilidad a la retroalimentación que me llega de los alumnos. Si de ella hago la lectura, por ejemplo, de que se están aburriendo, tiendo a acelerar la exposición con el objetivo de acabar o de pasarles antes alguna actividad prevista posteriormente. Esto siempre me preocupa y me lo tomo personal en exceso. Asimismo, me cuesta adaptar mi lenguaje al nivel de los alumnos cuando este es bajo, de modo que en ocasiones se genera un ruido semántico del que me doy cuenta de forma tardía, cuando descubro que no lo entienden de ninguna manera. Por otra parte, tengo "horror vacui", mucho miedo a que me sobre tiempo que no pueda ocupar con nada, por lo que en las preparaciones amplío tanto los contenidos que me acaban sobrando. Una última cosa que necesito trabajarme es la crítica no constructiva, especialmente cuando considero que mi implicación siempre es la máxima, aunque lógicamente no siempre es efectiva. Al fin y a la postre, no debo percibirlo desde mí sino desde el alumnado, que es lo importante.

A la hora de hacer alguna recomendación al alumnado para mejorar su expresión oral, creo que además de incluirla en casi cualquier actividad de uno u otro modo, cuando se expone en clase, es muy importante facilitar las rúbricas previamente. De ese modo, el alumnado hará una autocorrección de aquellos aspectos que son importantes (que serán los que estén incluidos en ella), e intente mejorarlos por sí mismo, obteniendo así consciencia de sus debilidades y fortalezas.

Superiván dijo...

La exposición oral es una habilidad que se forja con el día a día y con el paso del tiempo (hablo por mí). Recuerdo pasar muchos nervios en mis etapas iniciales que hacían mis intervenciones bastante artificiales. Pero poco a poco he ido asintiendo una mejoría. Los años y la experiencia te van capacitando cada vez más y más. De mí puedo destacar la templanza, la voz y el ritmo que doy al discurso. Me gusta observar el graderío y mostrarme lo más cercano y amable posible. De esa forma he conseguido dirigirme con éxito cada vez más. Sin embargo, me es imprescindible tener muy claras las cosas que quiero decir (dominar el contenido). Si esto no pasa, reduzco mi seguridad y me siento más inestable; puedo titubear y me puede perjudicar cualquier distracción por mínima que sea. También, el exponer en un tiempo limitado me implican prisas, olvidos e incluso trabalenguas (es lo que aún me falta por pulir).

Como docente me preocuparía en transmitir esa cercanía y confianza que un alumno puede necesitar para iniciarse en la exposición oral. Si lo hicieran con tranquilidad y naturalidad habrán conseguido mucho, pues percibo que es una actividad muy estigmatizada en general.

Saludos.

Haridian Medina Guerra dijo...

Desarrollar la expresión oral en el aula es un trabajo que requiere la inversión de mucho tiempo, tanto como años dure la enseñanza del alumnado, y del mismo espacio que el resto de competencias comunicativas. De este modo, su aprendizaje debería estructurarse paulatinamente, yendo desde contextos lúdicos de improvisación a prácticas más formales a medida que se pasa de curso.

Considero que las destrezas más importantes a ejercitar con los estudiantes en la secundaria son las siguientes:

- La modulación de la voz, proyectándola hacia afuera. Control de la respiración y los
tiempos del discurso.
- La interacción con la mirada y con la sonrisa, atendiendo a la recepción del público (el
feedback).
- El dominio del espacio, a través de movimientos seguros y gestos cálidos.
- Utilización de recursos didácticos interactivos con los que apoyar el guion discursivo y
romper la monotonía.
- Exposición de ideas claras (bien trabajadas previamente), dichas con fluidez y mediante
un vocabulario variado.

No expongo mi mapa oral personal porque lamentablemente nunca he trabajado la expresión oral, y las pocas veces que he expuesto me he sentido desprovista de las habilidades necesarias para desenvolverme de manera eficaz. Para sentirme menos insegura, procuro tener a mano un guion amplio o leer el Ppt de mi presentación, de lo contrario tengo mucha dificultad para mantener la claridad de ideas.

Kilian Torres dijo...

Reflexión sobre mi mapa oral personal:

Cada vez que tengo que hacer una exposición oral llevo a cabo una rutina previa que me ayuda a realizarla con éxito. En primer lugar estudio el tema a fondo y preparo una presentación gráfica de apoyo visual. A continuación realizo un guion con los puntos clave de la exposición. Este guion me da mucha seguridad y lo suelo llevar conmigo en la exposición aunque rara vez lo miro.

Después del trabajo previo pasamos a la realización real del discurso en la que puedo destacar las siguientes fortalezas: claridad, siempre intento ser lo más claro y directo posible en mi discurso, centrándome en expresar las ideas principales de manera ordenada y lógica sin divagar; adecuación, siempre tengo en cuenta el público al que me dirijo, adapto el mensaje a sus necesidades e intento empatizar con ellos cuando intervienen en el discurso; cercanía, creo que tengo un tono de voz cercano y conciliador que me ayuda a crear un clima en el que todos nos sintamos cómodos y dispuestos a participar.

Con respecto a las debilidades podría destacar las siguientes: vocalización, soy consciente de que no tengo una vocalización adecuada, por lo que intento hacer varios ejercicios previos a una exposición oral para que mi vocalización sea más clara; velocidad, a menudo me cuesta adecuar la velocidad del discurso, suelo tender a ir más rápido de lo normal, aunque lo hago de manera inconsciente; muletillas y movimiento de manos, intento evitarlos pero es verdad que cuando pierdo la concentración me salen unas cuantas muletillas disparadas y las manos se vuelven locas.

Victoria Rodríguez dijo...

Hacer un mapa oral es realizar un trabajo de introspección para ser consciente de lo que hay que mejorar.

En cuanto a fortalezas destacaría mi voz (aunque en ocasiones puede ser una debilidad si estoy muy nerviosa, ya que me tiembla). Creo que tengo un buen tono, timbre y sé proyectarla para que el mensaje llegue a todo el mundo. Además, soy una persona muy concreta, me gusta "ir al grano" y no divagar. Suelo apoyar mis presentaciones en power point visualmente atractivos, por lo que también manejo las TI, y me gusta mirar a los ojos de los espectadores cuando desarrollo mi discurso, ya que me da seguridad y puedo observar si se está entendiendo lo expuesto.

Con respecto a las debilidades, tendría que mejorar mi postura corporal, ya que en ocasiones tiendo a encorvarme. Si no tengo dominado el tema que estoy exponiendo me pongo nerviosa, siento inseguridad y me empieza a temblar la voz. Los nervios y la seguridad a la hora de exponer es algo que he ido trabajando a lo largo de los años, pero aún me queda un camino para perfeccionarlo.

En el aula me gustaría crear una relación de confianza y cercanía con el alumnado. Así cuando tengan que exponer se sentirán seguros y podrán expresarse de la mejor manera posible. Sin agobios, sin prisas e intentando ser concretos con su exposición.

Yanira dijo...

Siempre he tenido cierto pánico escénico, algo que he intentado gestionar a lo largo de los años a través del teatro y la relajación. Aunque he trabajado en la radio, me resulta totalmente diferente estar delante de un micrófono que delante de un público. Podría decir que una de mis fortalezas es que genero tranquilidad a la hora de comunicar. Además, sin tener una voz bonita (ya me hubiese gustado a mí tener una “voz radiofónica”), creo que posee fuerza, siempre y cuando cuide la entonación y la vocalización. Sin embargo, cuando los nervios me traicionan hablo muy deprisa y gesticulo más de la cuenta, mis brazos parecen molinillos, debo trabajarlo más.

Los aspectos que hay que tener en cuenta para llevar a cabo una buena exposición oral son:
-La postura/ la comunicación no verbal: cuidar la postura es muy importante, no estar de forma estática, no gesticular demasiado, repartir la mirada y sonreír de vez en cuando.
-La voz: es un arma fundamental, hay que cuidar el volumen, el tono y el ritmo.
-El éxito de una presentación en parte viene determinado por su previa preparación.

En el sistema educativo, paulatinamente se ha ido dando mayor importancia a la comunicación oral, algo que cuando yo estudié pasó totalmente desapercibido. Sin embargo, todavía creo que se podría trabajar más y desde todas las materias. La competencia comunicativa es una destreza fundamental no solo en el ámbito académico sino en la vida cotidiana.

Luis Miguel dijo...

Un profesor se pasa toooooda la vida aprendiendo a preparar sus exposiciones, y creo que puedo dar fe de ello. Empecé a dar clases con 16 años (preparando alumnos en academias de verano para septiembre), tengo 56, y todos los días sigo aprendiendo algo al respecto, ¡por fortuna!.
Todos los tropecientos aspectos a tener en cuenta presentes en la tabla en cuestión son rigurosamente ciertos. ¡Que nadie entre en pánico!. Es cuestión de ponerse a ello, tener mucha paciencia consigo mismo y con los demás, y recorrer todas las etapas de ese "viaje del héroe"(en el sentido de Campbell) que es aprender, en general, y en particular la práctica de la profesión docente.
Por aportar algo, me gustaría incidir en la importancia de las actividades de control y metacognición, ya que las de preparación y producción quizás nos parecen más "de rigor". Y entre ellas me gustaría resaltar una: la retroalimentación ("feedback") desde tu alumnado. Nadie mejor que ellos para señalarte tus fortalezas y debilidades, y además desde una perspectiva más distanciada que la tuya propia. Para ello hay que crear un clima de confianza y abrir canales de comunicación. Y sobre todo, saber escuchar.
Del mapa de mi "meliflua" voz, y sus somníferas consecuencias, ya he comentado anécdotas en clase.
Una buena voz es una de las fuerzas más poderosas de la naturaleza humana. En el clásico de la ciencia ficción "Dune" (cuya adaptación cinematográfica está ahora en las carteleras) tiene un papel estelar una especie de orden monástico-guerrera femenina, las "Bene Gesserit", que son capaces de entrenar su voz para dar órdenes de tal manera que consiguen la obediencia total e instantánea de una persona. Una pena que los profesores en formación no podamos ir a su universo ficticio a recibir siquiera un poquito de esta enseñanza, que para una clase revoltosa y revolucionada nos vendría de perlas.


Andrea Hdez. dijo...

Reflexionando acerca del contenido dado en clase sobre la expresión oral hay que tener en cuenta que las exposiciones son un medio perfecto de aprendizaje, no solo en el ámbito educativo sino en el vital. A medida que se va instruyendo a los alumnos en ese tipo de situación se van desarrollando unas habilidades comunicativas que van in crescendo luego de utilizarlo habitualmente; ya que, se presentan ante un público para el que son el centro de atención y tienen que expresarse con todo su cuerpo (mirada, gestos, posición) para poder transmitir bien el contenido.
Sin embargo, como han comentado anteriormente varios compañeros, estas destrezas van evolucionando favorablemente con el bagaje de ir exponiendo asiduamente. En mi caso, bien es cierto que no me supone un problema hablar en público –lo que creo es un punto a mi favor– aunque si no voy segura con el contenido sí que se me puede notar un poco el nerviosismo al ser una persona muy expresiva (para bien o para mal) –diría que podría ser uno de mis puntos débiles– aparte de la risa, si no la controlo. Por otra parte, en mi día a día me gusta prestar atención a las personas cuando estoy en una conversación y el tema de mirar a los interlocutores a los ojos sí que me parece algo fundamental, en las exposiciones sí que aplico (o lo intento) el reparto de miradas general, y gesticulo muchísimo; quizá es un factor que pueda distraer si se realiza en exceso, por hablar de unos pocos de los muchos defectos que tengo en esta dinámica.

Sofia Ciarletta dijo...

Nuestro mapa oral se constituye del conjunto de nuestras experiencias, de lo que nos encontramos en el entorno familiar y académico. Considero que nuestros profesores -o lo que han sido para nosotros- influyen en gran medida en lo que es nuestro lenguaje oral hoy en día, porque en definitiva somos la suma de las personas que nos encontramos en nuestro camino.
Por lo que se refiere a mis habilidades para expresarme en público quiero destacar mi voz decidida y convencida a la hora de hablar que considero que capta muy bien a los oyentes. Además considero que tengo buenas habilidad para modular la voz, técnica que he trabajado mucho durante mis discursos en público, ya fueran presentaciones orales delante de mis compañeros, como también en la defensa de mi TFG.
En cuando a mis debilidades tengo que destacar que a veces la emoción me puede y me pongo un poco a temblar o a mover de manera ansiosa las manos; errores que de cara a una futura profesión como docente, deberé trabajar más en profundidad para poder poner en escena un buen espectáculo delante de mis alumnos, ya que los docentes -especialmente los de literatura- somos principalmente actores que intentan contar una historia de la mejor manera posible.

Adri dijo...

En cuanto a mis fortalezas, destacaría la simpatía, mi mirada y pararme a pensar lo que voy a decir antes de decirlo. En primer lugar, creo que la simpatía es un pilar en la comunicación y transmitir el mensaje con una sonrisa crea un ambiente de confianza y pienso que la información se transmite mejor. Por otro lado, la mirada crea vínculos. Mirar a los ojos a la hora de hablar hace que se preste más atención al tratar directamente con un público. Por último, creo que es imprescindible pararse a pensar lo que se va a decir antes de decirlo porque nos podemos ahorrar malentendidos y, además, pararse de vez en cuando también trae ventajas.

Por otro lado, creo que mis debilidades podrían ser la timidez, el pánico a quedarme en blanco y el miedo al juicio de los que me están escuchando. Estas debilidades pueden haber surgido de la poca práctica y de la falta de enseñanza de la comunicación oral cuando me encontraba en la escuela, lo que provoca que ahora tenga ciertos miedos o debilidades a la hora de enfrentarme a un público.

Tziouras dijo...

Las complicaciones de la comunicación oral se vuelven monstruosas delante de un micrófono. Todo importa, porque todo comunica. A medida que se avanza en la práctica periodística aprendes que el dominio de la comunicación oral se puede resumir en dos dimensiones muy importantes: qué se dice y cómo se dice.

No voy a entrar a valorar mi mapa oral en conversaciones esporádicas o en ámbitos no profesionales, no todos somos o debemos ser oradores natos. Pero les contaré lo que he aprendido, con el paso del tiempo, de mis experiencias profesionales.

La dicción es importantísima cuando hablamos para un micrófono. Separar bien las palabras, pronunciar cada una de las vocales y consonantes sin perder el ritmo, dar énfasis en los datos que se considere necesario subrayar y variar el tono para que el mensaje no sea lineal. Para evitar el ruido es necesario lograr una ortofonía adecuada, evitar el exceso de aspiración en el caso de los hablantes de la modalidad canaria, pero también evitar una ese final de sílaba artificial. Y, por supuesto, adecuar los silencios a la información que estamos transmitiendo. He empezado con estos detalles porque locutar es una de las mejores prácticas para reflexionar sobre nuestra forma de hablar. Y, después de mucho practicar, he mejorado todos estos aspectos. Me siento cómodo con la dicción, pero me cuesta sincronizar mi respiración con los diferentes ritmos del discurso. Así que ahí tengo una fortaleza y una debilidad.

Lo que decimos también influye en nuestra comunicación oral. Cuando uno escribe para hablar se adquiere noción del tiempo, de la cantidad de información que podemos transmitir en un minuto. Se aprende a sintetizar, a evitar redundancias, a escribir frases cortas para respirar bien y a buscar palabras que evoquen imágenes mentales. Pero lo más importante que enseña la profesión es a ser concisos y precisos, a contar solo aquello por lo que está escuchándote la audiencia. Las digresiones y las divagaciones son, en la comunicación oral, la muerte del ritmo.

Ese es mi mapa oral, al menos el que quiero entrar a valorar en este blog. El resto me lo guardo para mí.

Amaury dijo...

Tal y como tuve ocasión de exponer en clase, en cuanto a mi mapa oral personal, entre las fortalezas destacaría el timbre de voz. Las ocasiones en las que hablo en público, suele ser un rasgo valorado positivamente y que favorece la atención.

En cuanto las debilidades, considero que el uso inadecuado de las manos, que en ocasiones escondo en los bolsillos, o la mirada baja, dificultan la atención en lo dicho. La mayor parte de las veces, estas acciones son debidas a inseguridad por el tema a exponer o la situación.

Cristina Vázquez dijo...

Haciendo reflexión sobre las fortalezas y debilidades que puedo encontrar en mi mapa oral:
- Fortalezas: Considero que uno de mis puntos fuertes es la preparación de la exposición, siempre intento ser muy meticulosa al respecto para no dar pie a la improvisación y así evitar que se queden cosas en el aire. Además, porque es una manera de sentirme más segura, lo cual me ayuda también a desenvolverme mejor porque me aporta tranquilidad. Otro punto que podría destacar como fortaleza es la proyección de la voz, intento que sea un tono alto y claro para asegurarme que el mensaje llegue adecuadamente a los oyentes.
- Debilidades: Soy tímida y me cuesta hablar en público, por eso lo que comentaba antes, intento siempre preparar bien el discurso porque me aporta la seguridad que me falta en ocasiones. Por otro lado, tengo que hacer mención a la expresión corporal, tiendo a moverme, cambiar de postura, buscar dónde colocar las manos, etc. Fallos que debo ir trabajando para mejorar.

En cuanto a los aspectos más relevantes para mejorar la expresión oral destacaría:
-Seguridad: en ocasiones transmite más que la palabra.
-Mirada: Ayuda a entablar esa conexión con el oyente, lo que aporta cercanía al discurso.

Ángela Padilla dijo...

Dos de las fortalezas que creo que tengo cuando realizo una exposición oral son las siguientes: una voz voluminosa que intenta llegar a todos los recovecos del aula y la transmisión de un discurso ordenado. Es decir, por un lado, elevo la voz lo suficiente como para ser escuchada por todos y, por otro lado, intento organizar la información del mensaje por partes para que sea más accesible (tanto por mí como para mis interlocutores).
Una característica que considero imprescindible para una exposición donde se establezca un proceso comunicativo eficaz es la claridad y la precisión. Muchas veces, tendemos a irnos por los cerros de Úbeda. No necesariamente tiene que ser negativo desviarnos del mensaje principal siempre y cuando este desvío cumpla una función o intención en nuestro proceso comunicativo como un descanso, captar la atención, sorprender, etc. Recuerdo muchas clases, tanto en la universidad como en los cursos más altos de Secundaria, en las que esos caminos a priori inconexos con la información resultaban ser la quiddita, es decir, la esencia. Donde quiero llegar es que, por muy difícil que parezca, relacionar esos caminos que a priori para el destinatario no tienen nada que ver con la información central con dicha información puede generar sorpresa e incluso emoción. Esta es una de las cuestiones a practicar. Al final, sorprendernos o asombrarnos constituye un punto clave en nuestro proceso de conocimiento. Si podemos generar sorpresa o asombro habremos activado en nuestro público una escucha el doble de activa.
Dejando atrás la organización del discurso, si nos vamos o no por caminos dispersos, la vestimenta también es un punto clave para una exposición adecuada, también nuestra expresión corporal. Por otro lado, el hecho de manejar la materia que se expone es importantísimo, porque la única manera de desenvolvernos sin mostrar angustia o estrés es sentir seguridad. Ojalá pudiera decir que cumplo con todos los requisitos que estoy enumerando para una exposición oral adecuada. Lo importante es ser consciente de nuestras carencias, saber que no lo sabemos todo, saber que podemos mejorar porque si no fuéramos conscientes ni siquiera lo intentaríamos. Finalmente, me gustaría añadir que existen muchísimas formas o principios claves para establecer una adecuada comunicación. Muchas más de las que yo he nombrado aquí como, por ejemplo, la interacción con el público (no debemos olvidarnos de que el proceso comunicativo es una conversación donde tienen que rotar los roles comunicativos) o los aspectos kinésicos o corporales.

Lola Díaz Perera dijo...

A pesar de que llevamos toda nuestra vida comunicándonos oralmente, resulta complicado analizarse a uno mismo para descifrar por qué traza esa hoja de ruta a la hora de tratar de transmitir un mensaje. En los últimos ocho años, debido a mi actividad profesional, he tenido que enfrentarme en numerosas ocasiones a hablar ante un auditorio desde múltiples prismas: docente, ponente, presentadora, moderadora, dinamizadora…

En esos contextos en los que me siento cómoda y segura porque se trata de situaciones que forman parte de mi cotidianidad, considero que mis puntos fuertes son el control de la voz y la mirada, la fluidez y el empleo del lenguaje corporal para apoyar el discurso. Además, trato de buscar siempre la complicidad del otro y de generar sinergias positivas.

Sin embargo, cuando estoy en otros contextos que me impiden improvisar o dirigir el mensaje hacia lo que parece más interesante y ceñirme a esquemas previos para asegurarme de abordar todos los contenidos que debo, afloran muchas debilidades. Entonces la voz no parece tan firme, los nervios se apoderan de garganta y gestos y, en lugar de disfrutar de la exposición, me horroriza la idea de no saber por dónde tirar. Sin duda, tengo que trabajar todo aquello que me hace salir de mi zona de confort (aunque ahí se esté a gustito).

En cuanto al alumnado, creo que debo aplicar este mismo criterio: hacer que salgan de su zona de confort, que es el entorno WhatsApp, y hacer que poco a poco se sientan cómodos y seguros mostrando sus opiniones en el aula y en la vida.

Norberto dijo...

He de reconocer que mi “mapa oral” es muy cambiante, es tan proteico como su amo. No puedo negar que mi experiencia, mis errores y aciertos vitales, mis lecturas y todo lo que me ha rodeado siempre forman una especie de horizonte de expectativa que gobierna mi personalidad a la hora de hablar en público.
Procuro hablar siempre de lo que conozco, de lo que entiendo, sobre lo que he estudiado. Esa es una de mis fortalezas, la que me ayuda a hacerlo medianamente bien. En cuanto no se cumple esa condición suelo ponerme muy nervioso. Para esos momentos siempre tengo el socorrido recurso del humor. Suelo esconder mis nervios a la hora de hablar en público con el humor.

En el aula creo que la confianza y el buen talante son muy importantes a la hora de que los alumnos se expresen con claridad, tranquilidad y libertad.

Ancor dijo...

Si tuviera que describir mi mapa oral, diferenciando entre mis fortalezas y debilidades, lo haría de la siguiente forma:
En cuanto a mis pocas habilidades destacaría el buen reparto de miradas hacia el público y la buena conexión que suelo tener con los oyentes.
En lo referente a mis debilidades, la primera, sin lugar a dudas, sería el exceso de la velocidad en ocasiones, producida por el nerviosismo de hablar en público, llegando en ocasiones a vocalizar realmente mal. El incorrecto uso del lenguaje corporal es otro de los aspectos que debo mejorar.

Inés Aliia Espinosa Charry dijo...

Pienso que la experiencia me ha ayudado a tener un mapa oral aceptable, siendo muy joven me formé como locutora de radio y tuve la oportunidad de trabajar en varias emisoras. Con el transcurrir de los años, he trabajado como profesora lo que me ha ayudado a reforzar mi mapa, además, me he formado y he trabajado como narradora Oral, todo esto me permite pensar que no me comunico mal.
Últimamente he notado que no estoy usando bien la respiración y eso es un error bastante serio.

Elba dijo...

En un contexto en el que pueda planificar previamente la intervención se podría decir que mi mapa oral tiene la fortaleza de presentar la información  de forma clara y concisa, tiendo a ceñirme al índice que me propongo al principio de una intervención.  En cuanto a las debilidades, a veces pierdo el control de la voz y los gestos. Por otra parte,  la simplificación excesiva del discurso también puede ser un aspecto negativo en determinadas ocasiones, ya que hay veces en que la redundancia es realmente necesaria para reforzar las ideas que necesito transmitir.

Lorelay dijo...

Con el tiempo, he aprendido a corregir y mejorar mi "mapa oral personal". Entre mis fortalezas, he comprobado que funciona muy bien el humor unido a la sinceridad, que, aunque en ocasiones me sobrepaso, me lleva a conectar muy bien con los alumnos. No suelo ponerme nerviosa y hablo con bastante seguridad, debido a que lo considero mi "zona de confort", tras muchos años trabajando en mi timidez e inseguridades.

Entre mis debilidades, destaco la pérdida de paciencia cuando advierto en clase una actitud disruptiva. Fuera del aula, en una disertación oral como puede ser la defensa de un TFM o una tesis, si me pongo muy nerviosa, suelo quedarme sin vocabulario. También me gustaría aprender a proyectar mejor mi voz.

Juany dijo...

Qué interesante ha sido este "compartir". Mil gracias a quienes han concretado su mapa personal o bien el que desearían fortalecer en sus previsibles estudiantes.
Saludos cordiales, Juany

Juany dijo...

Gracias también por los recursos aportados.
Saludos, Juany