Esta dinámica es toda una excusa motivadora y creativa para repasar en el aula cuestiones básicas de morfosintaxis (conceptos de sintagma, núcleo, transitividad, concordancia de género y número...).
A partir de este relato hiperbreve, que parece "invitar" a crear una historia personal (desde la selección o el desecho), proponemos que el estudiante construya su propia historia.
Para ello elegirá entre las alternativas que se le presentan -en el propio texto- de sujeto o actantes, verbos o acciones, complementos... pero conservando y respetando intacto el final: y así se volvió tierra... ¿Se atreven?
Es, además, una
oportunidad para repasar las propiedades textuales
(coherencia, cohesión, adecuación) ¿Se cumplen? ¿Se acerca a los nonsense? ¿Ecos de Cortázar, de Gómez de la Serna?
31 comentarios:
Una mañana el joven que estaba enamorado sintió las primeras notas creadoras de la acción. Talló la piedra, la jarra y la aceitera, y con ellas consagró el banco, para luego cribarlos en la cueva, y así se volvió tierra.
Una noche el anciano que estaba moribundo sintió las primeras sacudidas de la helada. Imaginó la piedra, la mirilla, la reja y con ellas creó el tiempo, para a veces con el dedo omitirlos en el mundo, y así se volvió tierra.
Una noche, el anciano, que estaba enamorado, sintió las primeras reminiscencias precursoras de la acción. Talló la piedra y la jarra, y con ellas aplastó el reloj, para luego, con el pie, omitirlas en el mundo, y así se volvió tierra.
Una tarde el joven que estaba prófugo sintió las primeras sacudidas multiplicadoras de la transfiguración. Fundió la espita, la máscara y la ganzúa y con ellas consagró el arco y el yunque, para luego con el pie cribarlos en el volcán, y así se volvió tierra.
Sofi
Una noche el joven prófugo confundido sintió las primeras sacudidas de la helada. Imaginó la máscara y con ellas atacó el tiempo para nunca omitirlos en la luna, y así se volvió tierra.
Una noche el anciano que estaba moribundo sintió las primeras punzadas de la helada. Recordó la piedra la aguja la lezna y con ellas atacó el submarino, para luego con el pie podarlos en el bosque, y así se volvió tierra.
Una noche, el joven que estaba enamorado sintió las primeras sacudidas creadoras de la inundación. Talló la piedra y la máscara y con ellas consagró el cinturón y el yelmo, para luego con el pie cribarlos en el arenal, y así se volvió tierra.
Una tarde el joven que estaba enamorado sintió las primeras punzadas multiplicadoras de la helada. Recordó la aguja y la ganzúa y con ellas unificó el labio y el tiempo para luego con el dedo omitirlos en la tumba, y así se volvió tierra.
Una noche el anciano que estaba moribundo sintió las primeras sacudidas formadoras de la transfiguración. Miró la jarra, la aceitera y la aguja, y con ellas unificó el caracol y el tiempo, para a veces, con el dedo, fecundarlos en el ojo, y así se volvió tierra.
Una mañana el anciano que estaba moribundo sintió las primeras notas precursoras de la inundación. Anudó la piedra y la aguja y con ellas creó el arco y el remo para después con el pie podarlos en el río, y así se volvió tierra.
Una noche el anciano que estaba confundido sintió las primeras notas formadoras de la inundación. Rajó la jarra y la reja y con ellas consagró el roble y el vino, para luego con el pie omitirlos en el bosque, y así se volvió tierra.
Buenos días:
"La mirilla creadora barnizó a la noche joven para voltearla desnuda con su con su yelmo enamorado, y así se volvió tierra..."
Una noche el joven que estaba confundido sintió las primeras sacudidas de la transfiguración. Recordó la reja, la máscara y la antena y con ellas creó el arco y el yunque, para luego con el codo posarlos en el bosque, y así se volvió tierra.
Una noche el joven prófugo sintió las primeras detonaciones creadoras de la inundación. Miró la artesa y la lezna y con ellas creó el remo y el bote, para luego con el pie cribarlos en el río, y así se volvió tierra.
Una noche, el niño estaba confundido. Primero, sintió las primeras notas sacudidas de la helada cosecha. Miró la mirilla y creó el torno ,para luego omitirlos en el clavo, y así, volvió a tierra
Una noche el anciano que estaba prófugo sintió las primeras sacudidas de la helada. Volteó la máscara y con ella dispersó el tiempo, para siempre con el dedo encrespado en el arenal, y así se volvió tierra.
Una noche el anciano que estaba moribundo sintió las primeras reminiscencias extinguidoras de la transfiguración. Desnudó la lezna y con ella consagró el tiempo, para nunca con el dedo fecundarlos en la tumba, y así se volvió tierra.
Es muy interesante como ejercicio. Se repasa la coherencia, cohesión, adecuación del texto, pero además es un ejercicio que potencia la creatividad de una manera más o menos guiada y sencilla.
Una tarde noche, el anciano sintió la helada piedra con la que atacó al reloj y, a la vez, al tiempo. Después de entonces, nunca más vio un día acabar, pues cavó su propia tumba, y así se volvió tierra.
¡Buenos días!
El niño joven anciano, confundido, sintió las punzadas reminiscencias transformadoras. Con el pie, el dedo y el codo, talló un arco, un naipe y un torno en un volcán. Y así, con esas obras, el niño joven se volvió tierra, transformando un destino de soledad en un futuro de promesas.
Buenas tardes:
``Una noche, el anciano descubriéndose sórdido deambulaba por los lares más prófugos. Caminó por florestas, arboledas y selvas, mientras salvaba el planeta y sus enmiendas. Cogió una azada, horca y hacha, y con ellas se adentró en terrenos vertiginosos para crear, si cabe, un lugar más hermoso, y así se volvió tierra´´.
¡Buenos días!
"Una mañana el joven prófugo confundido, sintió las primeras punzadas de la helada cosecha. Pensó, miró y fundió la piedra y con ella atacó y aplastó el reloj, para ahora con el dedo encresparlos en un mundo que da vueltas con el mismo brillo que una flor, y así se volvió tierra.
Una mañana el anciano que estaba enamorado sintió las primeras sacudidas de la helada cosecha. Pulió la piedra y con ella erigió el reloj, para luego omitirlo en la cueva seno de la tumba, y así se volvió tierra.
Una tarde el joven que estaba prófugo sintió las primeras sacudidas precursoras de la acción. Imaginó la máscara la ganzúa y con ellas erigió el tiempo, para nunca con el dedo omitirlos en el mundo, y así se volvió tierra.
Una noche el anciano que estaba moribundo sintió las primeras punzadas de la transfiguración. Imaginó la podadora y con ella atacó al tiempo, para luego, con el dedo, omitirlo en el mundo, y así se volvió tierra.
Una mañana el anciano que estaba moribundo sintió las primeras punzadas creadoras de la helada cosecha. Recordó, miró, pulió la piedra, la jarra bautizó la artesa. A veces, con el dedo podarlos en el bosque ventisquero un día flor, y así se volvió tierra.
Una mañana el joven que estaba enamorado sintió las primeras sacudidas de la helada. Miró la mirilla y con ella creó el tiempo, para luego con el dedo omitirlo en la luna, y así se volvió tierra.
Una tarde el joven que estaba moribundo sintió las primeras punzadas de la transfiguración. Imaginó la aguja y con ella creó el tiempo, para luego con el pie cribarlo en el volcán, y así se volvió tierra.
Una noche el niño que estaba confundido sintió las primeras reminiscencias extinguidoras de la cosecha. Desnudó la red y la ampolla, y con ellas aplastó al caracol, para luego con el dedo fecundarlos en el aliento, y así se volvió tierra.
Una mañana el joven prófugo sintió las primeras punzadas de la helada. Recordó la antena, la lezna y con ellas atacó el submarino.
Una noche el joven que estaba prófugo sintió las primeras punzadas precursoras de la helada. Recordó la piedra y con ella aplastó el reloj, para después con el dedo cribarlo en la cueva, y así se volvió tierra
¡Viva la creatividad!
Saludos cordiales, Juany
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