jueves

64. Tipologías textuales para el aula

Tradicionalmente han sido empleadas en el aula determinadas tipologías textuales. El apunte entregado en el dossier nos recuerda la necesidad de incluir otras en atención a las directrices del currículo y, especialmente, a las necesidades comunicativas reales que el alumnado va a tener a lo largo de todo su proceso de vida y de aprendizaje.
Tras el debate general en el aula, anota aquí alguna reflexión individual.

25 comentarios:

El sonoro Atlántico. dijo...

Durante mi etapa como estudiante fueron pocos los textos que practiqué en el aula porque no era muy común el hecho de que los alumnos tuviésemos que escribir. Además, cuando se nos daba la oportunidad de hacerlo, los profesores se centraban únicamente en las narraciones para que les contásemos qué habíamos hecho ese fin de semana o cómo habíamos aprovechado las vacaciones. No cabían textos como los instructivos ni los expositivos y mucho menos la poesía y los textos argumentativos no estuvieron presentes hasta que no llegamos a bachillerato y la PAU amenazaba.

Ana Pérez Mederos dijo...

Yo recuerdo de mi época escolar la buena acogida que tuvo una actividad en concreto. Cada alumno tenía que presentar en clase de lengua como si fuera el profesor. Nos dejaban escoger el material en que nos íbamos a basar. El profesor se reunía con nosotros la semana antes de que nos tocara presentar y nos daba pistas de los elementos que debíamos analizar, los contenidos, las figuras literarias y las maneras de implicar a los compañeros. La mayoría de los alumnos trajeron a clase canciones, artículos de prensa o entrevistas.

A día de hoy, estoy casi segura de que, indiferentemente del material que escogiéramos, él iba a sacarle provecho, porque la introducción de los contenidos parecía seguir su curso normal. Ahora entiendo que sabía sacarle “chicha” a cualquier material, tipología textual, si a nosotros nos interesaba.

Victor Medina dijo...

El principio de que la estrategia del profesor que tenga como objetivo responder y atender a las necesidades comunicativas del alumno obedece, sencillamente, a la economía de recursos tanto en la forma como en el contenido. El profesor debe mantener, por supuesto, una interacción abierta con él para estar atento a los cambios que deban aplicarse a la misma. Sin embargo, la sinceridad y la transarencia deben ser permanentes, aunque el profesor pueda, naturalmente, flaquear en su interés por la docencia. Esto sería triste, pero esperable si no se aplica una estrategia adecuada, de acuerdo a la idoneidad del aula y las particularidades de sus integrantes. Personalmente, opino que el diálogo es la forma de aprendizaje más completa y eficaz, ya que la exposición de contenidos tiende, desde mi punto de vista, a la pasividad y a la monotonía, esto es, a la desconexión o desinterés por parte del alumnado si no se añaden o se combinan diferentes elementos en la interacción. A parte, es irrevocable la aplicación de nuevas tecnologías, siempre que sea conveniente. Es un riesgo considerable abusar de éstas por su tendencia creciente y de incierta evolución. Fomentar la autoformación en el tiempo libre, orientándolo a las competencias que se persiguen es un acierto, pero requiere mucha destreza y pericia por parte del profesor. Esto lo consideraría conveniente como opción para los docentes más aplicados y de mayor habilidad, es decir, fomentar sencillas investigaciones que casen con sus intereses y no se aparten del contenido de la asignatura, siempre con una base enraizada en las diferentes tipologías textuales.

Laura Campos dijo...

De mi época escolar, no recuerdo haber trabajado nada distinto a un poema o novela, ni siquiera trabajamos nunca una obra de teatro. Es cierto que fue hace casi diez años y que probablemente no existían ni la mitad de las posibilidades innovadoras que existen hoy, pero tal vez nuestros profesores debieran haberse esforzado un poco más por llegar a nosotros. Gracias a los avances tecnológicos y a los estudios sobre las técnicas educativas, hoy en día se puede trabajar una sola competencia u objetivo a través de una gran variedad de textos. En esta línea, los futuros profesores contamos con una gran ventaja, y es que conocemos tanto lo que no debemos hacer (limitarnos a los textos tradicionales) como las amplias posibilidades con las que contamos.

Sara González Gil dijo...

Como algunos compañeros, tampoco hice uso de diversas tipologías textuales en la asignatura de LCyL, Nos limitamos a saber cómo escribir una carta y, quizás, en los últimos cursos de la ESO, cómo redactar nuestro Curriculum Vitae. Ni siquiera tuve la oportunidad de desarrollar la argumentación hasta 2º Bachiller y la única razón por la que trabajamos esta última fue el examen de Lengua en la PAU.

Creo que es pertinente hacer uso de diversos textos en el aula, porque es una forma de mostrar a los alumnos la relevancia de expresarse bien (tanto de forma oral como escrita) y de comprender lo que se lee.

Inma dijo...

Durante mi etapa formativa siempre trabajé con libros de texto que me acercaban al contenido que los docentes querían dar durante el curso. Estos libros sí trabajaban diferentes tipologías textuales pero como ya hemos hablado en clase, es necesario contar con otro tipo de material para hacer las clases mucho más dinámicas y atractivas para el alumno.
En mi etapa de secundaria recuerdo que trabajé la descripción, la narración, la exposición, la argumentación, el cuento y la poesía. Al trabajar con libros muchas de estas creaciones no aparecían de forma completa y solo trabajábamos algunas partes (sobre todo en poesía). En cuanto a las tipologías textuales de instrucción y textos conversacionales no tengo ningún recuerdo. En 1º de bachillerato, sin embargo, no usamos ningún libro de texto, sino que más bien imprimimos una especie de dossier sobre el cual trabajábamos en clase. En 2º, todo fue distinto y nos centramos más en la PAU, trabajando el comentario de texto de diferentes tipologías textuales que podían entrar en el examen, por lo que no trabajamos aquellos que no tenían cabida en la prueba.

Barinia dijo...

Lo que recuerdo de mi experiencia educativa es que en Lengua Castellana y Literatura trabajábamos sobre todo la narración y la descripción en Secundaria. Nos mandaban fundamentalmente a leer narraciones y analizarlas porque supongo que era lo que más juego daba a la hora de aplicarlo a otros contenidos. También en la etapa de Secundaria tratábamos con poesía por la literatura y la métrica. Sin embargo, en Bachillerato, con la prueba de la PAU trabajábamos la argumentación, además de la poesía y la narración.

Daniel González Viñas dijo...

Al igual que mi compañera Naiara, no tengo recuerdos muy positivos respecto a las actividades relacionadas con textos, porque a la hora de escribirlos, siempre se recurría a los mismos temas: cómo habiamos pasado las vacaciones de verano, qué nos habían traído los reyes... Además, hay una gran variedad de juegos literarios que se podrían haber usado para trabajar las competencias lingüísticas y textuales, pero nunca los profesores propusieron algo como continuar una historia a partir de una oración.

Los textos que leíamos tampoco pienso que fueran muy apropiados, porque no trabajaban ningún valor ni había un debate posterior. No leíamos artículos de periódico, todos los textos eran ficticios.

Sara Nicolau dijo...

En mi época escolar tratamos fundamentalmente el texto argumentativo, lo cual me parece un error puesto que se dejan de lado otros tipos de textos igualmente importantes. Las distintas formas de creación literaria que pueden tratarse en el aula, como la poesía o el relato breve, en mi opinión no se tienen en cuenta porque no se perciben en ellos un carácter práctico. Cuando, sin embargo, es esencial potenciar en los alumnos sus habilidades creativas de cara a la vida adulta, tanto por sus posibles aplicaciones prácticas como los valores que éstas aportan.

Tania Candelaria dijo...

Hoy en día en el aula, los docentes trabajan sobre todo los textos periodísticos porque se tratan noticias recientes que pueden resultar de interés para el alumno, así como se suelen poner vídeos de noticias que puedan trabajar en clase porque se tratan temas actuales. También suelen trabajar textos de la literatura y de autores españoles. Sin embargo, cuando yo fui alumna, puedo recordar que trabajamos una variedad más amplia de textos aparte de los ya nombrados con anterioridad y, por lo general, nos dejaban espacio para hacer nuestras propias creaciones como una forma de captar nuestra atención: escribir poemas, relatos, microrrelatos, escribir redacciones, dictados, fábulas, así como trabajamos textos que pueden llegar a usarse en el futuro (currículum, instancia, formularios, etc). Por tanto, he de señalar que yo, como docente, intentaría trabajar en el aula esa gran variedad de textos que me ensañaron a mí cuando fui alumna porque considero que también es importante dejar espacio para que el alumno desarrolle su creatividad, ya que al mismo tiempo es otra forma de aprender y se consigue que el alumno se enganche a la asignatura.

Unknown dijo...

En la etapa de primaria recuerdo hacer descripciones y algún cuento. Cuando llegué al instituto lo que escribía era mayormente resúmenes y en la etapa de bachillerato, los famosos comentarios de textos. No se solía pedir esquemas, poesía, noticias, cartas.... Cosas útiles que necesitaban ser enseñadas. Además, la escritura creativa no se apoyo demasiado.

Unknown dijo...

Aunque tampoco haya pasado mucho tiempo desde que cursé secundaria, tengo que reconocer que casi estamos hablando del siglo pasado ;-).
Entonces los profesores trabajaban muchísimo el texto pero solo trataban una parte de las tipologías textuales que aparecen en el dossier.
Es decir, que en aula se trabajaba lo que yo definiría como lo tradicional de esta asignatura: los cuentos, la poesía, los textos teatrales, las epístolas, la descripción, la narración y la exposición.
Antes se trabajaba menos el desarrollo de la opinión personal así como la capacidad para defenderla y quizás por esto ya me parecía “moderno” cuando nos proponían textos periodísticos y argumentativos.
Y no me acuerdo en absoluto que en clase se trabajaran textos instructivos, quizás porque no se consideraba una tipología textual digna de la asignatura. Y con el tiempo noté los efectos: muchos pedían ayuda para entender las instrucciones más disparatadas o para… ¡seguir una receta!
A este dossier añadiría sin duda que en clase hay que tratar textos funcionales como el currículum vitae y de solicitud de empleo porque hoy en día hay que cuidar mucho las necesidades comunicativas reales que nuestro alumnado necesita para el mañana.

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

Como el resto de mis compañeros, la verdad es que no recuerdo que los textos que trabajásemos en clase estuvieran relacionados con las necesidades comunicativas reales que teníamos o tenemos. Por ejemplo, me hubiera resultado muy útil que me enseñaran a rellenar el formulario de admisión en la universidad, a comprender los papeles de banco o la documentación que puedo necesitar para pedir una beca, a hacer el currículo o una carta de presentación o motivación, etc. Nos pueden venir a la mente muchos ejemplos de textos que utilizamos diariamente y que nadie nos ha enseñado a utilizar correctamente, o sí, pero por pura casualidad.

Supongo que la asignatura que más textos explotó fue la de Inglés, seguramente por tratarse de una lengua extranjera. Hoy una biografía, mañana la descripción de un cuadro famoso y pasado un email a un amigo. Ahí sí que trabajábamos diversas tipologías textuales que podían servirnos para la vida diaria. En Lengua Castellana y Literatura también se trabajaron algunos textos importantes: comentarios de texto, breves cuentos o relatos, narraciones sobre las vacaciones o qué queríamos ser de mayor… Pero tengo la sensación de que eran tareas totalmente descontextualizadas que no tenían un verdadero fin didáctico.

Para terminar, me gustaría contar una anécdota muy curiosa que tuve con el profesor de Sociales en primero o segundo de la ESO: resulta que teníamos que hacer una redacción de una media página sobre la localidad en la que vivíamos. Al poco de entregársela, me la devolvió con todos los nexos rodeados, y es que en muy pocas líneas utilizaba constantemente el conector copulativo “y”, por lo que me obligó a reorganizar el discurso y utilizar otros nexos. La redacción quedó al final mucho mejor.

N. Ylenia Delgado dijo...

A lo largo de mi etapa en la ESO y Bachillerato recuerdo haber trabajado principalmente la narración y la argumentación. Supongo que, como mis compañeros, también trabajaría algo de poesía. Quisiera destacar que en 3º de la ESO cursé la asignatura optativa de Taller de Prensa, por lo que también tuve relación con otro tipo de textos periodísticos como la entrevista.

Actualmente, en una clase de lengua y literatura no nos podríamos limitar a trabajar con el alumnado estos tipos textuales, puesto que nuestro objetivo debe ser el de formarles para que puedan desarrollarse como adultos plenamente. En ese intento es indispensable enseñarles a elaborar correos electrónicos, a leer diferentes instrucciones o a trabajar con infografías, entre otros ejemplos.

Lucía Prunés dijo...

En la línea de lo que ya han comentado varios compañeros, durante mi paso por la ESO y por Bachillerato los textos que trabajé en la clase de Lengua Castellana y Literatura fueron los tradicionales: novelas, algún poema, textos periodísticos y poco más. Durante la ESO y primero de Bachillerato los únicos textos que tuve que producir fueron redacciones, sólo recuerdo que me pidieran hacer un relato en 3º ESO, mientras que en segundo de Bachillerato la estrella fue el comentario de textos periodísticos. Por otro lado, en la asignatura Alternativa a la Religión nos enseñaron cómo redactar instancias y un currículo.
Por suerte, parece que esto está cambiando, ya que desde los nuevos modelos pedagógicos y desde las últimas leyes educativas se insiste en la importancia de que los alumnos conozcan el máximo número posible de tipologías textuales, especialmente aquellas que sean habituales en la práctica diaria, y de que trabajen con ellas en el aula.

Josefa Artiles dijo...

Recuerdo que en la ESO las profesoras insistían en realizar narraciones y descripciones, la mayoría de las propuestas eran amenas. En 4º de ESO aprendimos brevemente cómo se elaboraba un currículum vitae, aunque no hicimos mucho hincapié en ello. De repente, en bachiller la nueva profesora quería trabajar comentarios de textos, sobre todo de textos periodísticos (noticias, crónicas, artículos) y carecíamos de base para hacerlo correctamente.
Hoy en día, analizo esos años desde otra perspectiva y esto me permite detectar ciertas carencias en la asignatura de Lengua y Literatura Castellana. Aprender a leer instrucciones o saber diseñar un buen currículum vitae hubiese sido más provechoso porque, al fin y al cabo, alejarse de la realidad no beneficia a los alumnos. Afortunadamente, creo que en las aulas actuales los profesores intentan abarcar las diferentes tipologías textuales.

Cristina Lorenzo Medina dijo...


Sabemos que en los procesos de enseñanza-aprendizaje de lenguas extranjeras sí que se parte de diversos textos que contribuyen a la adquisición de los contenidos gramaticales y culturales para comunicarnos en esa lengua. Sin embargo, el aprendizaje de la lengua española y su literatura ha estado ligado a textos literarios o periodísticos para trabajar la gramática en clase, pero sabemos que podemos usar otros recursos que se acerquen a la vida real para resolver problemas cotidianos como una receta, unas instrucciones, un billete de avión, un anuncio de periódico, una oferta de empleo, una entrevista de trabajo, etc.

Debemos acercar los contenidos del currículo de secundaria a situaciones y espacios cercanos al alumno para que conozca su realidad inmediata y valore así otros espacios y contextos. De ahí que sea necesario trabajar en torno a los intereses del alumnado buscando su apertura al mundo laboral y económico y tomar decisiones propias en torno a su criterio personal. La competencia en comunicación lingüística es clave para el desarrollo social y personal del individuo porque saber expresarse en público es fundamental en todos los ámbitos: trabajo, consulta médica, amigos o familia para evitar conflictos y malentendidos.

Desde mi propia experiencia, hubo ciertas actividades ya en el instituto que hicieron que me motivara como por ejemplo, la creación de poemas y representación de cuentos tradicionales, ya que esto suponía dejar libertad para la creación, potenciar la escritura y trabajar con los compañeros de forma conjunta y cooperar. Lo mismo ocurrió con los trabajos en grupo que te obligan a presentar de forma oral y visual el trabajo en sí. Sin embargo, esto solo se dio a partir de cuarto de la ESO y bachillerato. Por otro lado, está el aprendizaje de lenguas extranjera como el alemán donde se potencia sobre todo el diálogo a través del juego de roles y la interpretación de canciones y películas propias de la sociedad alemana. De igual forma se potencian habilidades comunicativas como la búsqueda de un piso o la entrevista personal para conseguir un empleo. Sin embargo, en las clases de lengua española se seguía el modelo tradicional de escucha pasiva.

Unknown dijo...

Es un hecho que los tiempos han cambiado mucho y con ello, nuestros alumnos y la forma de dar las clases. Por esto, no podemos realizar lo mismo en el aula. Me acuerdo de cómo aprendimos nosotros y de lo que hacíamos en el aula durante la ESO y Bachillerato. Siempre nos ponían a leer artículos o bien a realizar comentarios de texto sin apenas alguna directriz y, desgraciadamente, aprendíamos casi siempre todo de memoria. Sinceramente, recuerdo las clases de Lengua Castellana y Literatura bastante aburridas y esto es precisamente lo que no quiero para mis futuros alumnos. Por ello, me gustaría que mis clases fueran dinámicas y usar muchas tipologías textuales para variar y que mis alumnos no se aburran, pero lo más importante es que todo lo que demos en clase esté relacionado con la vida cotidiana y ellos vean la verdadera utilidad y estén motivados.

Unknown dijo...

Al igual que algunos de mis compañeros no recuerdo haber trabajado nada más que algún poema o cuento de vez en cuando durante los primeros cursos del instituto. Recuerdo haber dado teóricamente las características de varios tipos de textos como el cuento, la noticia, el microrelato, etc. pero nunca llegamos a ponerlos en practica. En Bachillerato fue cuando llegaron las prisas por practicar textos expositivos y argumentativos pues la PAU estaba a la vuelta de la esquina. No considero necesario “agobiar” al alumnado con estudiar todo tipo de tipologías textuales durante un mismo curso, pero sí considero necesario trabajarlas y practicarlas todas durante la ESO en general, así como hacer hincapié en las más relevantes (al menos una vez cada curso) para que los alumnos sepan aplicarlas en otras asignaturas o en otros contextos de la vida.

Juany dijo...

Advierto que han entendido el mensaje: ¡¡diversificar y dosificar!!
Saludos cordiales, Juany

Laura dijo...

Apenas consigo acordarme de si durante mi proceso de enseñanza en las extintas EGB o BUP se nos ofrecían diferentes tipologías textuales, innovadoras, motivadoras... Probablemente no. Recuerdo la enseñanza de la lengua como algo esquemático, práctico, sin alma (al contrario que la literatura). Sólo basta decirles que la anécdota que viene a la cabeza es acerca del profesor de Lengua, un adorable viejecito de novecientos años, que se quedaba dormido en su -espero confortable- silla, mientras hacíamos las tareas marcadas en clase. Los artículos de prensa sí que estaban presentes pero en la modalidad "comentario de texto" con el que nos hacían sudar durante mi época de estudiante de secundaria. Y quizá el género epistolar en primaria (recuerdo cartearme con una niña de Valencia casi durante medio año), y poco más... En cualquier caso, ahora con las redes sociales, el acceso a la información y a nuevos e infinitos contenidos, parece que se abre el abanico de tipologías y modalidades textuales que llevar al aula.

Iván Martín Rodríguez dijo...

En el colegio tuvimos bastantes ocasiones para escribir y desarrollar la creatividad literaria, lo cual quizás hiciera que me interesara luego por este ámbito en la carrera. Recuerdo hacer un guión para un spot, concursos de relatos cortos... actividades que resultaban bastante estimulantes al incluir el factor "competición". Creo que en este aspecto, si se consigue reforzar la escritura como medio de expresión en lugar de como mero vehículo comunicativo, se puede llegar más lejos que sometiendo al alumnado a meras comparecencias textuales.

Anónimo dijo...

Lo cierto es que la escritura debería trabajarse mucho más de lo que se trabaja, o quizá hacerlo de otra manera.

En mi etapa del instituto recuerdo hacer redacciones y comentarios de texto en Bachillerato. En el colegio hacíamos cuentos. Pero fuera de esas prácticas no hacíamos demasiado para activar nuestra imaginación, creatividad y autonomía y son sin dudas unas cualidades que deben trabajarse y fomentar en el instituto.

Anónimo dijo...

Del instituto recuerdo especialmente, y con desagrado, el comentario de textos. Solía ser más fácil conseguir que un camello pasase por la ojo de una aguja que acertar en esos comentarios. Muchos textos no encajaban bien en el modelo y había que meterlos con calzador, cuando no a martillazo limpio. Estoy convencido de que si pasásemos a diez lingüistas o escritores un comentario de texto nos llevaríamos más de una sorpresa con las respuestas.

La redacción también estaba bastante presente, e igualmente nos resultaba tediosa. No recuerdo que los recursos textuales fuesen variados y motivadores pero es justo reconocer que la memoria es a veces una compañera algo mentirosa, por fortuna.

Ayoze